viernes, 7 de marzo de 2014

DE VUELTA A LAS CARRERITAS.

¡Que síiiii! Que ya sé que tengo este cortijo totalmente abandonado. No sé exactamente por qué: falta de tiempo, estar todo el día en el curro escribiendo, que las musas “han pasao de mí” (como decía el maestro Serrat)… pero la cuestión es que no he conseguido reunir últimamente las ganas suficientes para ponerme a juntar letras y dejar por aquí mis tontadas.

Vamos a intentar retomar las ¿buenas? costumbres, aunque sea con un tema tan poco entretenido como el relato de mi última carrera ciclista.

La cosa fue en Bollullos, el viernes 28 de febrero, día de Andalucía, en el primer maratón de la temporada puntuable para el Provincial. Los bollulleros se marcaron un trazado de lo más atractivo: salvo el inicio y el final, el recorrido transcurría por zonas de arboleda de lo más variado, con dehesas, pinares, bosque de galería y muuuucho senderito. No recuerdo haber estado en otro maratón que enlazase un tramo tan largo (más de 7 km) de sendero revirado por el que sólo cabía una bici.

En cuanto a la carrera (la mía, se entiende) pues la cosa empezó “reguleras”. Gracias a mi inestimable labor como copiloto, ignorando que este año se había cambiado el área de salida, aparcamos en el quinto carajo y fuimos a por los dorsales donde no había dorsales. Con la pérdida de tiempo entramos en el cajón de salida en posiciones muy rezagadas. Tramo neutralizado muy relajado y salida lanzada sin encontrar buenas sensaciones. Resultado: soy el “último mono” (1).

(1) Para entender esta expresión a lo mejor conviene aclarar cuál es el logotipo de nuestro insigne club, “Eslabón Perdido C.D.”. Es este buen mozo, tan atractivo él.




No tenemos muy claro cuál de los miembros del club ha servido al diseñador del “logo” como modelo.


En el sendero que discurre paralelamente a la A-49 (km cinco y pico) veo al compañero Jabiker levantándose del suelo. Me dice que se ha bajado de la bici como le ha dado la gana, pero no aparentaba tener daños de consideración. Ya en la meta, tras curarse y mostrando el bulto que tenía en la pierna afectada, aventuraba: “¿me estará saliendo el músculo del juicio?”. Las cosas de Javi.

En el bucle al norte de la A-49 sigo sin encontrar ritmo, las patas estaban dormidas, hasta que, a lo lejos, reconozco el maillot de otro compañero, “Jose Villablanca”. Sabido es que nada motiva más en este nuestro club que arrearle un buen estacazo a otro de sus miembros. Dicho y hecho: las piernas empiezan a funcionar de repente y paso al amiguete como un tiro.

A partir de allí (km 20 o así) ya no pararía hasta meta. Buenas sensaciones, ganas de apretar y adelantando posiciones constantemente sin demasiado esfuerzo. Nacho se pone a rueda un rato tras pasar por Hinojos pero al poco decide mandarme a Parla y se queda a su ritmo. Pues nada, “palante”, como los de Alicante.

Divertidísimo el sendero, todo un acierto de la organización (bien que les cayeron palos el año pasado por meter esa zona estando hasta las trancas de agua). El primer tramo lo hago un poco taponado por un grupito, aunque el ritmo no era malo del todo. Entre ellos había un chaval que iba jodido con calambres y que debió acabar visitando al psicólogo. Me explico: mientras yo le decía que para los calambres lo mejor era que endureciese el desarrollo, que “metiese tranca”, otro le aconsejaba que bajase plato y fuera “a molinillo”. En fin, doctores tiene la Iglesia, no sé qué solución adoptaría.

En la parte más baja del sendero me dejan adelantar (gracias) y hago un buen tramo en solitario, disfrutando mucho. Alcanzo a algunos ciclistas aislados que también me dejan pasar (gracias) hasta llegar a un grupo “tocho” que ya me tapona hasta salir del sendero. Pues bueno, toca descansar patas para salir “echando leches” en cuanto ensanche el camino.

De allí a meta sigo con muy buenas sensaciones, apretando a tope, pasando bien los arenales y rebasando a gente cada vez con mejor pinta. Ya en el pisteo final, a bloque, acoplado sobre el manillar en postura de mantis religiosa (amiguete Humberto dixit) y formando un pequeño trenecito con alguno de los que iba pillando por el camino hasta entrar en meta a tope.

Por cierto, mis más sinceras felicitaciones para los dos ilustres campeones que, tras ir un buen trecho bien tapaditos del viento para no coger frío, supongo, lograron la proeza de rebasar a este paquete lanzando un espectacular arreón sobre la línea de meta ¡Olé ahí los “esprinteres guenos”!


Bueno, pues esta es mi batallita bollullera. Espero no tardar mucho en volver a asomarme a esta ventana.