¡Que
síiiii! Que ya sé que tengo este cortijo totalmente abandonado. No sé
exactamente por qué: falta de tiempo, estar todo el día en el curro
escribiendo, que las musas “han pasao de mí” (como decía el maestro Serrat)…
pero la cuestión es que no he conseguido reunir últimamente las ganas suficientes
para ponerme a juntar letras y dejar por aquí mis tontadas.
Vamos
a intentar retomar las ¿buenas? costumbres, aunque sea con un tema tan poco
entretenido como el relato de mi última carrera ciclista.
La
cosa fue en Bollullos, el viernes 28 de febrero, día de Andalucía, en el primer
maratón de la temporada puntuable para el Provincial. Los bollulleros se
marcaron un trazado de lo más atractivo: salvo el inicio y el final, el
recorrido transcurría por zonas de arboleda de lo más variado, con dehesas,
pinares, bosque de galería y muuuucho senderito. No recuerdo haber estado en
otro maratón que enlazase un tramo tan largo (más de 7 km) de sendero revirado
por el que sólo cabía una bici.
En
cuanto a la carrera (la mía, se entiende) pues la cosa empezó “reguleras”. Gracias
a mi inestimable labor como copiloto, ignorando que este año se había cambiado
el área de salida, aparcamos en el quinto carajo y fuimos a por los dorsales
donde no había dorsales. Con la pérdida de tiempo entramos en el cajón de
salida en posiciones muy rezagadas. Tramo neutralizado muy relajado y salida
lanzada sin encontrar buenas sensaciones. Resultado: soy el “último mono” (1).
(1) Para
entender esta expresión a lo mejor conviene aclarar cuál es el logotipo de
nuestro insigne club, “Eslabón Perdido C.D.”. Es este buen mozo, tan atractivo él.
No
tenemos muy claro cuál de los miembros del club ha servido al diseñador del “logo”
como modelo.
En
el sendero que discurre paralelamente a la A-49 (km cinco y pico) veo al
compañero Jabiker levantándose del suelo. Me dice que se ha bajado de la bici como
le ha dado la gana, pero no aparentaba tener daños de consideración. Ya en la
meta, tras curarse y mostrando el bulto que tenía en la pierna afectada, aventuraba: “¿me estará
saliendo el músculo del juicio?”. Las cosas de Javi.
En
el bucle al norte de la A-49 sigo sin encontrar ritmo, las patas estaban dormidas,
hasta que, a lo lejos, reconozco el maillot de otro compañero, “Jose Villablanca”.
Sabido es que nada motiva más en este nuestro club que arrearle un buen
estacazo a otro de sus miembros. Dicho y hecho: las piernas empiezan a funcionar
de repente y paso al amiguete como un tiro.
A
partir de allí (km 20 o así) ya no pararía hasta meta. Buenas sensaciones, ganas
de apretar y adelantando posiciones constantemente sin demasiado esfuerzo. Nacho
se pone a rueda un rato tras pasar por Hinojos pero al poco decide mandarme a
Parla y se queda a su ritmo. Pues nada, “palante”, como los de Alicante.
Divertidísimo
el sendero, todo un acierto de la organización (bien que les cayeron palos el
año pasado por meter esa zona estando hasta las trancas de agua). El primer
tramo lo hago un poco taponado por un grupito, aunque el ritmo no era malo del
todo. Entre ellos había un chaval que iba jodido con calambres y que debió acabar
visitando al psicólogo. Me explico: mientras yo le decía que para los calambres
lo mejor era que endureciese el desarrollo, que “metiese tranca”, otro le
aconsejaba que bajase plato y fuera “a molinillo”. En fin, doctores tiene la
Iglesia, no sé qué solución adoptaría.
En
la parte más baja del sendero me dejan adelantar (gracias) y hago un buen tramo
en solitario, disfrutando mucho. Alcanzo a algunos ciclistas aislados que también
me dejan pasar (gracias) hasta llegar a un grupo “tocho” que ya me tapona hasta
salir del sendero. Pues bueno, toca descansar patas para salir “echando leches”
en cuanto ensanche el camino.
De
allí a meta sigo con muy buenas sensaciones, apretando a tope, pasando bien los
arenales y rebasando a gente cada vez con mejor pinta. Ya en el pisteo final, a
bloque, acoplado sobre el manillar en postura de mantis religiosa (amiguete
Humberto dixit) y formando un pequeño trenecito con alguno de los que iba
pillando por el camino hasta entrar en meta a tope.
Por
cierto, mis más sinceras felicitaciones para los dos ilustres campeones que,
tras ir un buen trecho bien tapaditos del viento para no coger frío, supongo,
lograron la proeza de rebasar a este paquete lanzando un espectacular arreón
sobre la línea de meta ¡Olé ahí los “esprinteres guenos”!
Bueno,
pues esta es mi batallita bollullera. Espero no tardar mucho en volver a
asomarme a esta ventana.