Bueno, pues por aquí seguimos. Tras lo que contaba en mi última entrada, entre unas cosas y otras no había conseguido reunir las ganas necesarias para colgarme un dorsal durante todo lo que quedaba de 2015, decidiendo hacer de él un año totalmente sabático en lo que respecta a competiciones.
Pero con la llegada del nuevo año toca retomar las buenas costumbres y arrojarse a la arena para defender los colores de nuestro insigne club, ESLABÓN PERDIDO. Han sido quince meses sin aparecer por ninguna prueba y ya apetecía volver a vivir ese ambientillo y reencontrarme con caras conocidas.
La primera cita del año ha sido en Almonte con su Maratón BTT Doñana Natural, un recorrido sin más complicaciones que las que provoca la presencia de innumerables zonas de arena pero que con las lluvias de las últimas semanas no presentaba excesivas dificultades. Además tenía largas zonas de senderos revirados muy entretenidas.
Con ilusiones
renovadas y bici nueva (bueno, de segunda pata, pero como si fuese nueva) me
planto en Almonte el domingo con lo que yo pensaba que era muchísima antelación.
Pues un mojón “pamí”: caos total en la entrega de dorsales y me pego casi una
hora de cola. No sé si el tema es achacable a la organización almonteña o a la
pijotería federativa, pero no es de recibo poner una única mesa de entrega de
dorsales para 700 participantes. Bueno, a partir de cierto momento se montó una
segunda mesa para ¡LOS APELLIDOS DE LA “R” EN ADELANTE! Llegué a plantearme si
el Juzgado de Paz estaría abierto para tramitar un cambio de apellido. Probablemente
hubiera sido más rápido que esperar toda la cola.
En fin, que
totalmente estresado me metí en el fondo del cajón de salida después de las
9:30 (hora teórica de salida) tratando de bajar pulsaciones antes de la partida.
Tramo neutralizado relativamente
tranquilo y salida en estampida por buenos caminos en los que pude ir
remontando posiciones sin muchas apreturas. Andaría por la mitad del pelotón,
pasado el km 5 cuando en una curva de 90º casi me voy al suelo al “flanearme”
la rueda trasera. Miro para abajo y compruebo mis sospechas: voy sin aire.
A todo esto ya había
pasado la totalidad de los participantes y, un buen rato después, llegaron dos
ciclistas de la organización que iban cerrando carrera. Fueron mis ángeles de
la guardia ya que, con su ayuda, pude meter la cubierta y reemprender la marcha.
Muchas gracias, os debo el haber podido continuar en carrera.
Eso sí, iba ultimísimo,
a varios minutos del penúltimo y, para colmo, me despisté en un cruce antes de
llegar a la carretera de Cabezudos. Los que cerraban carrera me dicen que
continúe por carretera hasta retomar el camino pero yo, cabezón, me di la
vuelta para hacer el recorrido correcto.
A partir de
entonces, ritmo de trotón y a tratar de recuperar puestos. Casi 10 km hice en
solitario hasta que empecé a rebasar a algunos rezagados. Una relativa ventaja
fue que los tramos de senderos hacia el Rocío los hice bastante sólo, sin verme
muy bloqueado. Además, la gente me cedía el paso con amabilidad aunque para
adelantar me tuve que tirar al monte en más de una ocasión.
Así seguía, de
adelantamiento en adelantamiento y pensando para mis adentros cuándo empezaría
a rebasar a gente que no fuese vestida del Decathlón ¡Si hasta adelanté a uno
que llevaba una bici con transportín!
En fin, poco más
puedo contar de la carrera, salvo que llegué con las lámparas de los intermitentes
fundidas de tanto adelantamiento y que tuve que hacer la segunda zona de
senderos saliéndome continuamente de la trazada para poder progresar. Las
sensaciones eran buenas, dejando atrás a todo el que me iba encontrando sin un
excesivo esfuerzo, pero claro, yendo en esa zona del pelotón esto puede ser
engañoso.
Llego hasta meta
tratando de exprimirme al máximo y allí me encuentro a los compañeros Benito,
Antonio, Jabiker y Paco esperando al que en esta ocasión ha sido “el último
mono”. Por cierto, Paco se comió una buena galleta que le provocó un corte en
la nariz y un buen golpe en la rodilla. Tuvo que ir al Centro de Salud, espero
que no fuese nada importante, amiguete.
En fin, a pesar de
estas tribulaciones he de decir me siento muy contento de haber vuelto a
meterme en un fregado de estos. Hace un año, la mayor actividad física que podía
desarrollar era andar del sofá a la cama sujetándome en las paredes y no daba
un duro por poder volver a montar en una bici ni para dar un paseo y ayer me
pegué 80 km de BTT a un ritmo decente ¿Qué más puedo pedir?
Bueno, nos vemos en
la próxima, que para mí será Aljaraque o Cartaya (a Bollullos no puedo ir, me
pilla de viaje).
P.D.: por favor, que nadie se me ofenda por lo de la ropa del Decathlón,
sólo es un comentario chorra y yo también utilizo alguna que otra de sus
prendas.