Vaya, ahora que he vuelto a abrir el
chiringuito este, caigo en la cuenta de que se me olvidó colgar el
cartel de “CERRADO POR VACACIONES”, lo siento. Durante este
periodo he estado recorriendo tierras eslovenas (prometo “post”
gráfico en breve) y desintoxicándome de bicicleta. Lo malo es que
ya tenía comprometida mi asistencia a la cicloturista Perico Delgado
el día 12 de agosto por tierras segovianas y eso eran palabras
mayores para mi estado de forma. Lo más parecido a subir un puerto
que había hecho en los últimos tiempos era la cuesta de Lucena, no
os digo más.
La idea surgió hace meses entre varios
miembros del club. El año pasado nos metimos en la Quebrantahuesos y
fue una gran experiencia. La intención era volver a pegarnos una
escapada de fin de semana entre amiguetes y optamos por esta marcha,
ya muy consolidada y con tirón popular, pero sin la masificación de
la QH. Por el camino se cayó de la lista de convocados alguno que
otro y al final partimos rumbo a la tierra del güisqui DYC Charly,
Jabiker, Quique y servidor de ustedes en representación del C.C.
Ciclotaller Francis. A la expedición se unió Javi Baca, un amiguete
residente en Sevilla, así como Carmen (esposa de Charly), Pepa (la
mía) y Maricarmen (la de Javi).
Ha sido un gran fin de semana, con
ratos de cervezas, cubatas y risas alternando con otros de geles,
isotónicos y “mu malita cara”. Aunque leo por ahí críticas de
todo tipo, a mí la marcha me ha encantado: recorrido espectacular y
duro, organización eficaz, avituallamientos correctos y mucho
ambiente ciclista. La edición de este año homenajeaba al que,
probablemente, haya sido mi primer ídolo ciclista: Don Ángel
Arroyo.
Relataré algo de lo que recuerdo de mi
experiencia en la ruta, aunque ya os adelanto que no tengo muy clara
la secuencia de acontecimientos: se ve que la sangre estaba
concentrada en las patas y no regaba demasiado bien la pelota, con lo
que hay pasajes que tengo bastante borrosos.
Salida bastante atrás y recorrido
neutralizado hasta La Granja sin apreturas, tratando de evitar
cualquier peligro. En los falsos llanos previos al alto de
Navacerrada voy recuperando posiciones junto a Javi Baca, hasta que
empieza lo serio. A partir de ahí, a mi ritmo, que no era
precisamente vertiginoso. Javi se marcha en las primeras rampas y ya
no volvería a verle hasta llegar al hotel.
Gran parte de la subida rodé junto a
un “nota” que se hizo la ruta ¡disfrazado de torero!, con
montera y todo y “manoletinas” con calas: un crack. También
había otro, con equipación del Kelme, que subía entonando
canciones de iglesia (“qué alegría cuando me dijeron…”, “no
podemos caminar, con hambre bajo el sol…”). No sé, algún porrazo
mal dado en la cabeza, exceso de ingesta de geles o algún golpe de
calor, cualquiera sabe.
A media ascensión me adelanta Quique,
que iba subiendo como un avión. Ni me planteo tratar de seguir su
ritmo, yo a lo mío: pedaleo cansino tratando de no asfixiarme mucho.
Tras coronar Nevacerrada, en el falso llano hasta Cotos impongo un
ritmito alegre para tratar de recuperar posiciones. Esa sería la
tónica de la jornada: recuperar en terrenos rodadores lo mucho que
perdía subiendo. El descenso de Cotos lo hago bastante bien, sin
asumir riesgos pero a buen ritmo. Lo cierto es que disfruté bastante
en todos los descensos, sin sensación de peligro y recuperando posiciones.
De la subida a la Morcuera me vais a
perdonar que no cuente nada: sencillamente, no la recuerdo. Sólo sé
que arriba había una manta lectora de chips que pitaba como sus
muertos y un montón de gente parada en el avituallamiento. Yo iba
bien de provisiones, así que no paré.
Afortunadamente iba bien documentado y
a la salida de Miraflores me dio tiempo a quitar desarrollo en el
rampón inicial del alto de Canencia. Alguno a mi lado tuvo que poner
pie a tierra e incluso uno se cayó de lado al quedarse clavado. Por
allí veo a pocos metros el culo de Quique, pero se volvería a marchar hacia
adelante (me tuvo todo el día persiguiendo fantasmas, el “joío”).
Sin pena ni gloria corono el puerto y paro para reponer líquidos.
Tras descender Canencia había buen
terreno para rodar antes de afrontar Navafría. Aunque con algo de
miedo a quemar demasiado combustible antes del último puerto, me
puede la sangre y voy tirando fuerte. Por allí no encuentro ninguna
colaboración en los diferentes grupos que voy pillando. Tan sólo
había uno que entraba de vez en cuando, pero en la modalidad de
“palo que te crió en el repecho p’arriba”, con lo que no me
servía de nada su rueda.
Temiendo haber gastado demasiado en el
tramo anterior, afronto la última dificultad montañosa del día, el
puerto de Navafría. Sorprendentemente me encuentro bien, con un
pedaleo ágil, buen ritmo y muy buenas sensaciones. Por primera vez
en todo el día iba sobrepasando a un montón de ciclistas en ascenso, con
aparente facilidad. Este subidón me duró unos 4 km, hasta que un
par de repechos duros me pusieron en mi sitio: se acabó la agilidad,
se acabó la soltura, se acabaron las buenas sensaciones y no se
acabó el Jota por poquito. Tocó arrastrar la bici como buenamente
se pudo hasta la cima, siendo adelantado por muchos de los que,
momentos antes, habían sido víctimas de mis minutos de gloria. En
fin, les devolví a cada uno sus pegatinas y a penar hasta arriba con
la mayor dignidad posible.
Al coronar, Quique, que estaba parado repostando, me saluda. Se ve que su objetivo era ganarme el maillot
de la montaña y bien que lo logró. Yo iba bien de reservas, por lo
que decidí no parar. En el descenso trato de estirar un poco las
patas, comer y beber para afrontar lo mejor posible los últimos
“cuarentaitantos” km relativamente llanos y con algo de viento de
cara.
Ese era mi terreno y tocaba darlo todo.
Aunque tenía mis dudas, quedaba algo en las piernas y eso me
permitió ir pillando grupos desde atrás, pasar a cabeza, volver a
tirar y alcanzar otro grupo. Así hasta meterme en uno que iba a buen
ritmo. Tras respirar un poco, paso a trabajar en cabeza junto con un
burgalés que arreaba tela. Al llegar al avituallamiento de Collado
Hermoso le pregunté si iba a parar (no quería perder su compañía)
y me contestó que sí. Decido entonces parar yo también a reponer
líquidos, que iba justito. Sin embargo el burgalés decidió en el
último momento no parar y seguir con el grupo y me quedé allí,
solo y desamparado.
Tras arrancar, me alcanza otro grupo
que rodaba fuerte, encabezado por varios de un club de Castro
Urdiales. Paso a colaborar y vamos haciendo camino a buena velocidad,
recogiendo cadáveres constantemente. No miré mucho para atrás,
pero el grupo era bastante numeroso. Al principio entrábamos seis o
siete a relevos, después tres o cuatro hasta que, en los últimos 15
km (o así) nos quedamos solos un barcelonés y yo. Nos metimos un
buen tute para mantener ritmo hasta meta.
He de decir que, contra lo que suele
suceder en estas ocasiones, el comportamiento del grupo que
arrastrábamos fue ejemplar. Al encarar la recta final decidieron
dejarnos entrar por delante a los dos que tirábamos y el único que
pegó un palo para marcharse recibió tal abucheo que, avergonzado,
volvió inmediatamente al redil. Tras pasar la línea de meta y
saludar al barcelonés, recibí agradecimientos y felicitaciones de
muchos de los integrantes del grupo ¡Coño, que me emocioné y todo!
Al final, 6 horas y 3 minutos y diploma
de plata. Lo normal para lo mal que iba de forma. Estratosférico mi
amigo Javi Baca, con 5:36 y muy bien Quique 6:12. También cumplieron
con nota Jabiker y Charly. Después hicimos una muy adecuada rehidratación por diferentes garitos de la bellísima Segovia, por
donde nos encontramos a un par de onubenses que también habían
hecho la ruta: Salva (salvifr, creo que era su alias) y Rosa (de
Bicis Monje). Lo del cochinillo, no pudo ser.
En fin, una experiencia muy positiva
que habrá que repetir el año próximo… ¿Álguien ha dicho
Marmotte?
Rosa, la de Bicis Monje era Rosa, no Rocio. Como siempre buena crónica Jota. Enhorabuena y salu2 de un seguidor de tu blog!
ResponderEliminar¡Ostras, qué fallo! Pues la cuestión es que ayer le pregunté el nombre a Barneto, que yo no lo tenía claro. Lo corrijo, gracias.
ResponderEliminarMe encanta Jota, como siempre estás que te sales.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbuena cronica Jota!!! ay que ver que nos vemos mas por ahi que aqui en huelva!!!jajaj tiene guasa la cosa!!! un saludo
ResponderEliminarSalva
La Marmotte? Si quieres ir a Francia de viaje, no es necesario ese sufrimiento... je je
ResponderEliminarUno del fondo de la 1A...