Pues sí, en tres palabras, eso fue la
prueba en la que anduvimos metidos algunos el pasado sábado: un maratón de BTT
de los de verdad. Tendría que pararme a hacer memoria pero probablemente sea el
recorrido que más me ha gustado nunca en lo que a maratones de BTT se refiere.
La cosa fue en Cabeza la Vaca, al
sur-oeste de la provincia de Badajoz, lindando con la de Huelva. Le llaman Los
5 Miles porque en la zona hay cinco cumbres que superan los 1.000 m de altitud,
dos de las cuales se ascendieron en la prueba de este año: el alto de
Palancares (1.020 m) y el más conocido de Tentudía (1.112 m), punto más alto de
la provincia de Badajoz.
Allí nos encajamos unos cuantos de
onubenses, varios de ellos con noche previa en el alberge municipal de Cabeza
la Vaca. Yo opté por quedarme en Galaroza y hacer por la mañana los “cincuentaitatos”
km que hay de distancia.
La cuestión es que el sábado amaneció un
día de perros: lluvia, viento y frío; vamos que no parecía lo más agradable para
afrontar una mañana de bicicleta. Al llegar al pueblo me encontré un panorama
desolador: la mayoría de los amiguetes había tomado la decisión de no salir y
otros lo estaban dudando seriamente. Yo lo tenía muy claro, esas cuatro gotas,
algo de fresquete y unas rachitas de viento no me iban a echar atrás: salía sí
o sí ¡Faltaría más!
No sé si sería por vergüenza torera o
porque el cielo dio una pequeña tregua pero la cuestión es que al final, salvo
Nacho y El Taja que tomaron las de Villadiego y se volvieron a Huelva, todo el
mundo se animó y tomó la salida.
La prueba, como ya he dicho,
sencillamente espectacular. Recorrido muy duro y variado sin un tramo llano
para rodar. Subidas fuertes, alguna bajadita técnica, otras muy rápidas,
senderos… en fin, precioso. Además, las condiciones climatológicas le daban su
puntito de épica a la cosa, con barro hasta en las orejas y los dedos
entumecidos por el frío tras alguna bajada prolongada.
A pesar de la cantidad de subidas que había
yo pienso que las bajadas fueron muy determinantes. La mayoría no eran técnicas,
pero sí bastante rápidas y sobre terreno de piedras y barro, muy resbaladizo. Quien
asumiese riesgos sobre ese terreno (no fue mi caso) tenía bastante ganado.
Para colmo yo empecé a notar problemas de
chupado de cadena en el km 15 o así. En cuanto metía el platillo, chupado que
te crió y a patear, con lo que revienta eso física y mentalmente. Tras cinco o
seis pies a tierra decidí no volver a usar el platillo y comerme todos los
repechones (y los había muuuuy serios) con el plato mediano, sufriendo como un
cabrón.
Tras coronar el alto de Palancares me
pasaron mi compañero de club Domingo Varela y su hermano Paco, como sendos
aviones. Ya quedamos un día de estos para que me devolváis las pegatinas. En un
par de curvas y contracurvas ya les había perdido de vista. Después, en algunos
repechos, logré engancharlos de nuevo, pero los malditos chupados me dejaron
definitivamente atrás y no los vi más hasta meta.
Sí que vi un bote caído de “Ciclotaller
Francis” en un pedregal en bajada. Pensé: “por aquí ha andado el Domi”. Estuve
tentado de pararme oler el bote cual explorador arapajoe para saber si hacía
mucho tiempo que había pasado por allí, pero lo dejé para otra ocasión.
En fin, a partir de cierto momento, mi
carrera fue alternando entre sensaciones aceptables en las subidas no extremas (alcanzando
a gente y sin que me pillase nadie), sufrimiento en los repechos duros y
prudencia absoluta en las bajadas. La mayoría de mi recorrido transcurrió en
solitario, prestando mucha atención a las señales (correctas), que no era plan
de perderse por tercera ocasión consecutiva.
Llegué a meta reventado de verdad, como
debe ser en un maratón, con un tiempo de 4 h 41 min (47º de la general, 10º en
mi categoría) y a más de 7 min de los Varela’s
Brothers.
En cuanto a los amiguetes, una verdadera
lástima lo de Cristóbal. Se perdió en el paso por Arroyomolinos cuando marchaba
en una fenomenal posición, para haber ganado en su (y mi) categoría. Otra vez
será. Muy bien, como ya he dicho, los hermanos Varela y luchando como un jabato
Víctor, que hizo la larga con mucha dignidad (no como otros…). Juanfran y otro
panturrano optaron por la corta tras coronar Tentudía.
En fin, lo dicho, maratón con recorrido
100% recomendable que queda apuntado en la agenda para próximas ediciones, a
ver si el tiempo es más favorable. Ahora, a Almonaster, a cumplir con la
peregrinación anual al patrón de los ciclistas onubenses: XII edición de la
Subida al san Cristóbal ¡Casi ná!
P.D.: ¿Álguien puede explicarme cómo puede una camiseta interior acabar así de barro con dos capas de maillot por lo alto?
Lo de "eso no parece que sea barro..." os lo podéis ahorrar. Es barro.
Soy el menor de los Varela´s brothers, solo decir que el mayor tiene la cabeza perdida. Que manera de bajar en condiciones de agua y barro, lo que sufrí para no perder su rueda bajando (y eso que le pedí un poco de prudencia). Jota tienes razón aquí bajando sí se hacían diferencias y las pegatas se las pide a mi hermano que cuando yo te pasé ya no quedaban, jajaja...
ResponderEliminarHola, Domi. Pues ya hablaré con tu hermano para eso de las pegatinas. Por cierto, que se me olvidaba mencionarlo, él sí que tenía muy clarito que salía a correr sí o sí, así cayesen chuzos de punta.
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