No, no es publicidad del famoso lubricante-desoxidante. Se trata de que
van ya tres maratones corridos este año y no he contado nada de nada de ninguno
de ellos. Vamos a ponerle remedio, que no se pueden perder las buenas
costumbres.
Primer acto: Valverde. La primera, en la frente.
Ya les vale a los programadores colocar este
maratón como el primero de la temporada onubense. Valverde siempre se ha
caracterizado por su dureza y su interminable sucesión de subidas encadenadas. Hombre,
ya no es lo que era, lo han suavizado bastante, pero sigue siendo un hueso duro
de roer, sobre todo a estas alturas de año. Es como si los profesionales, en
vez de empezar con la “Challenge de Mallorca”, arrancasen directamente con una
etapa alpina del “tour”.
La organización, como siempre en
Valverde: eficaz y rallando a un alto nivel. Enhorabuena.
Este año Valverde no ha sido puntuable
para el Circuito Provincial y sí para la Copa de Andalucía. Por tal motivo había
decidido tomármelo con relativa tranquilidad, sin demasiados sofocones. Me
planteé, si me daban las fuerzas, tratar de rodar con nuestro Máster-50, Víctor,
y echarle una mano si podía.
Mucha participación este año, lo que,
unido a mi habitual miedo a los recorridos neutralizados por el pueblo, me hace
arrancar muy atrás. Con el paso de los km me voy animando y al final aquello de
tomármelo con calma… pues “como que no”. Es lo que tiene ser de natural “picado”,
que ves una rueda conocida y te hierve la sangre. Sirva como ejemplo de esto lo
que sucedió en la subida más dura del día, la que arranca desde la rivera del “Angliru”,
donde por fin di alcance al citado Víctor. Una vez a su altura ¿levanté el pie?
¿moderé el ritmo para tratar de darle una rueda? ¡Los cojones! Apreté los
dientes, tiré “parriba” y no miré ni un instante a ver si me seguía. Vamos, que
me faltó escupirle a la cara.
Final apretando para tratar de dejar atrás
a otro par de acompañantes conocidos (Franito y Candi) y al final 4 horas y 8
minutos, con un mediocre 33º puesto en M-40, ni sé cuántos de la general (aunque
hay que tener en cuenta que había mucho “bicho” al ser Copa de Andalucía).
En la general, triunfo de Javi Macías. A
ver si se la da bien la Copa.
Versión oficial: un buen entrenamiento de
calidad.
Segundo acto: Bollullos. Pedaleando por
las arenas.
Alguna controversia ha levantado por los
foros este maratón, primero de los puntuables para el Circuito Provincial. A
algunos su trazado les ha parecido totalmente infumable, salpicado de trampas
de arena que le conferían una especial dureza. Yo pienso que no era tan feo. De
hecho tiene casi treinta km por una zona de pinares, algunos de ellos
salpicados de alcornoque, bastante atractivos. En fin, cuestión de gustos.
Lo que es incuestionable es el buen hacer y la
dedicación del club organizador, Ratobato. Como todos los años, se marcaron una
prueba sin defectos reseñables, bien señalizada y con una buena atención hacia
el corredor.
Siguiendo mi costumbre, en las semanas
precedentes había reconocido el recorrido en su totalidad. Tenía memorizado
(bueno, no engañaré a nadie, realmente lo tenía apuntado en un papelito) cada
arenal, cada cuestecilla, cada cruce. Concretamente el último bucle del trazado
lo había inspeccionado tres días antes de la carrera. Algunos arenales eran
realmente difíciles de pasar y hacían que la prueba fuese realmente dura. Como
comenté con alguien era un recorrido que provocaba que fueses constantemente
comiéndote el coco: cuando marchabas por una rodera ibas pensando que la del otro
lado del camino era la buena… justo hasta que te cambiabas. En ese momento la
rodera buena pasaba a ser… “la otra”.
La salida la hago fuerte, tratando de
adelantar todas las posiciones posibles en los primeros km de caminos. Después
empiezo a pasar los primeros arenales con bastante soltura (las cuatro gotas
que habían caído un día antes mejoraron un poco esa zona) y voy remontando
posiciones a buen ritmo y con buenas sensaciones.
De repente, noto que la rueda trasera va
perdiendo presión. Trato de aguantar para pasar así los últimos arenales antes
de atravesar la A-49 pero no aguanta y tengo que parar. Agradecí el haber
cargado con un par de bombonas de CO2, con lo que inflé en un
periquete. Lo que pasa es que en estas pruebas tan rápidas te rascas un ojo y
te han adelantado cincuenta tíos.
Tras una cuestecilla tendida después de
pasar bajo la autopista iba engolfado en un camino con pendiente hacia abajo tratando
de pillar a dos ciclistas. Poco a poco empieza a sonarme raro el paisaje (ya he
dicho que pasé por allí tres días antes), no veo cintas marcando el terreno…
¡mierda! ¡me ha perdido!
Vuelta atrás cuesta arriba (calculo que
2,5 km o así) para comprobar que el cruce estaba perfectamente señalizado. Sencillamente
yo iba ciego sin mirar las señales y al equivocarse los de delante me metí detrás
de ellos.
Al volver al trazado ya no me quedaban
muchas ganas de nada, me había pasado hasta “er Tato”. Ritmo cochinero, otra botellita
de CO2 para la rueda y una Coca Cola para mí en el avituallamiento
(normalmente no hubiese parado, pero visto lo visto…). El último tramo de
pisteo lo hago rodando fuerte con Jesús Monje a rueda, deseando llegar para
echar una cervecita.
Al final, 4 horas y 16 minutos para un
lamentable 26º puesto en M-40 y 136º de la general.
Un Sub-23, Antonio Santos, se impuso a
Javi Macías (no sé si habría algo de pasteleo), llegando tercero Lucas. Impresionante
el rendimiento de dos M-40 bollulleros: Fernando Espina y Santiago Iglesias, 4º
y 5º respectivamente y que rodaron toda la carrera en el grupo cabecero. De hecho,
Lucas confesaba que tuvo que sudar sangre para soltar a Fernando poco antes de
meta.
Resumen de lo mío: paquete, paquete,
paquete.
Tercer acto: Almonte. ¡En ocasiones
veo pinos!
Segundo maratón del Provincial. Para mi
gusto demasiado cercanas en el tiempo dos carreras de características similares:
terreno llano y arenoso. Esta prueba ha debutado como puntuable para el
Circuito y se agradece el esfuerzo de la organización. Quizá por la
inexperiencia hubo algunos detalles mejorables. Aun estando todo, en general,
correcto, pienso que hay margen para la mejora. En cualquier caso repito mi
agradecimiento hacia la organización.
A pesar de lo poco útil que me había sido
en la última ocasión volví a reconocer, en dos partes, el recorrido días antes
de la prueba. Veredicto de la inspección: duro de cojones. Mucha más arena que
en Bollullos, con trampas más largas, con menos escapatorias laterales y más
profundidad. Concretamente había un arenal tras dejar a un lado la cerca de
Gato, con casi 3 km de longitud, en el que te podías quedar enterrado si cogías
“por lo hondo”. Eso sí, había algunas zonas entretenidas de senderos y parajes bastante agradables.
Afortunadamente, el viernes por la tarde
llovió en abundancia. Eso dejó el terreno muy practicable en las zonas de
arenales, que se pasaban sin problemas. El que he mencionado arriba, que me había
hecho patear varias veces en el reconocimiento, lo pasé en carrera a plato y a
más de 25 km/h. Por contra, había un par de barrizales que obligaron a patear y
pusieron las ruedas como “donuts” pero, en general, el recorrido se puso muy “masticable”.
Salida algo menos explosiva que en
Bollullos pero no marchaba mal de ritmo. Sin embargo no me iba exprimiendo demasiado
hasta que, de repente, me pasó Fran (Agonía) que había tenido algún problema. En
ese momento me dije ¡vamos a ver si aguantamos su rueda un rato! Efectivamente
veo que puedo seguir su ritmo y, al rato, empiezo a dar relevos, llevando una
marcha bastante animada.
Tras sufrir algún pequeño despiste en varios
cruces volví a enlazar con el grupo de Fran en una pista ancha y con las mismas
me puse en cabeza, tirando fuerte. Así iba, muy animado, hasta que en el km “treintaypocos”
el chaval que me precede ve una cinta señalizadora en un sendero que salía a la
izquierda de lo que yo pensaba que era el camino correcto. Viendo la cinta y
comprobando que, además, había rodadas de bici, nos metimos hacia el sendero. Yo
sabía que el recorrido original no era por allí, pero dudaba si la organización
lo podía haber cambiado a última hora por algún motivo.
Así seguimos hasta llegar a un punto en
el que el sendero se cerraba y no se podía avanzar. Toca volver grupas y
deshacer el camino, comprobando que muchísima gente se estaba confundiendo (más
de 50 casi con seguridad).
Al volver al camino comprobamos que,
efectivamente, la señal estaba mal puesta. En descargo de la organización he de
decir que daba toda la impresión de que algún hijoputa había movido la cinta. La
cuestión es que con el cabreo me puse a apretar como un loco, tratando, al
menos, de volver a distanciar a todos los que me habían pillado con el extravío.
Afortunadamente no reventé y las fuerzas
aguantaron, alcanzando incluso a bastante gente que marchaba por delante. Rodé
bastante tiempo con dos hermanos, Óscar y Antonio Villegas, del Castro Jarana
C.D. Al primero de ellos, por lo visto, lo tiré en una curva (disculpa) y el
segundo tenía una tendencia a equivocarse en los cruces que vaya telita… Un
saludo para los dos, con los que llegué casi hasta meta. Solo me distancié de
ellos en los últimos repechos, cuando apreté para pillar a uno que marchaba por
delante y con el que disputé un infructuoso y bastante patético sprint ¡Ahí el
Jota dando espectáculo!
Al final 9º de mi categoría y 58º de la
general, con algo menos de 3 horas y 38 minutos. Satisfecho por las buenas
sensaciones pero algo quemado por no haber podido estar disputando algo más
arriba de nuevo por un nuevo extravío, en este caso no achacable a mi torpeza.
Enhorabuena al amiguete Cristóbal por su
4º puesto en M-40 y a mi compañero Víctor por el mismo puesto en M-50 (edito, por lo visto al final fue quinto, a un suspiro del cuarto). También
muy bien el Taja, aunque esté teniendo un hueso duro de roer con el Mixto.
En esta prueba faltaron los “bichos”, que
andaban por Béjar disputando un “rally” del nacional, y se impuso José Antonio
Reales, del Monferve-La Palma.
Conclusión de ésta: “quemao” pero contento.
Parece que la cosa va a mejor, pero la gente está andando una barbaridad.
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