Hombre,
no sé si el título es el más apropiado dado el tipito que actualmente luzco,
pero he tirado de refranero para expresar mis sensaciones tras la carrera del
sábado en Berrocal.
Lo
cierto es que no me gusta buscar excusas cuando una prueba no me sale como me
hubiese gustado y por eso quiero dejar claro que mi lamentable rendimiento en
la maratón BTT de Berrocal fue debido, simplemente, a que no anduve un carajo.
Soy consciente de que no estoy en mi mejor momento de forma pero, sinceramente,
no esperaba hacerlo tan mal como lo hice. Si a eso le añadimos las pulgas en
forma de averías tenemos, más o menos, un dibujo de mi paso por tierras
berrocaleñas.
En
lo lúdico-festivo, buen fin de semana, pernoctando la noche del viernes en
Berrocal con un grupo de amiguetes alimañas y asimilados por gentileza de Pepe
Contreras. Impagable el ratito de la cena con El Bocina contando sus anécdotas
dentales: lágrimas de risa.
La
mañana nos recibe con un fuerte chaparrón pero, afortunadamente, el tiempo
respetó la prueba, sin frío, calor ni lluvia. Desayuno y para la salida,
encontrándome con la sorpresa de estar incluido en el cajón, lo que me permite
un tramo neutralizado la mar de tranquilo, pegado al coche que abre carrera.
Nada
más darse la salida real empiezo a notar que las patas no van, en la pequeña
subida por carretera. Ya en la Cuesta del Carril me pasa hasta “er Tato”. Como
dice el amiguete Quique, iba acelerando para atrás. Pienso muy seriamente en
que puedo llegar a situarme a cola de carrera. En la bajada del primer “raspaero”
intento mantenerme el mayor tiempo posible sobre la bici pero llega un momento
en que es imposible, todo el mundo va a patas. Pues nada, a patas, pero
tratando de adelantar posiciones a base de salirme de la trazada más trillada.
Primera
subida larga y el motor igual, sin arrancar. Totalmente hundido, voy sopesando
si es mejor opción buscar el camino más corto para darme la vuelta o atreverme
con lo que en ese momento se me antojaba toda una proeza: afrontar la ruta
corta (nunca hasta ahora he abandonado una prueba ni he tirado para una ruta
corta). En el tramo que lleva hacia la zona de Las Gargantas voy rodando con
Alfonso Duque, Ceferino, Cruz Sandalio… Cualquiera de ellos me deja en
evidencia en cuanto la cosa se pone cuesta arriba. Además empiezan mis primeros
problemas mecánicos, teniendo que parar dos veces para sacar la cadena de entre
rueda y piñones, una de ellas quitando la rueda.
Bajada
de la “V” montado, esquivando a gente que pateaba, hasta llegar a lo peor,
donde me tiro de la bici para seguir a pie. La subida la hago un pelín mejor, a
rueda de Mayte. Al llegar a la pista, aún picando hacia arriba, parece que el
cuerpo va entrando en caja y puedo apretar algo. Empiezo a dejar gente por
detrás y a pillar a alguno que otro. Mejor aún cuando el terreno se vuelve algo más
favorable. Voy recortando distancias y alcanzando a ciclistas. En las curvas de
bajada al Hornueco me marco un interior a lo Marc Márquez para pasar a Antonio
Almirón.
Subida
de Los Llanillos con Juan “Militar”, que se sorprendió de verme por allí. “No
hay para más”, le dije, y aguanté como pude su ritmo. Antes de afrontar la
bajada de Conejeros, paso por delante de él: prefiero llevar campo libre por
delante y ver los obstáculos. Allí me llevé la única satisfacción del día:
consigo bajar montado casi hasta la rivera. Solo pateé los últimos 10-15 m que
estaban demasiado rotos. Nunca había conseguido bajar tanto por allí.
En
la subida fuerte tras cruzar la carretera del Madroño no voy mal pero se
reproducen los problemas con la cadena: dos veces pie a tierra, la segunda de
ellas teniendo que desmontar de nuevo la rueda para sacar la cadena, lo que me
llevó un buen rato. Por allí me vuelven a rebasar muchos de los que había
alcanzado antes.
De
nuevo desanimado, con las patas de madera, afronto con más pena que gloria la
zona en subida por la pista, por donde me alcanza mi amiguete Javi, de Los
Guzmanes. Voy tratando de seguir su ritmo, lo que se me hace difícil en las subidas,
aunque recupero en las bajadas (¡manda huevos!, lo que hay que oír). Subidón
del Frejo de aquella manera, empujando la bici y, al llegar al control, ya que
había que parar, decido llenar el bote que llevaba vacío. Arranco y cuando me
doy cuenta, no llevo el bote. No sé si lo metí mal o, sencillamente, me lo dejé
en el avituallamiento con la caraja.
Por
la pista que lleva al Cigarrillo sigo tras la estela de Javi, alcanzando a
alguno que otro (Americano…) y al llegar al tramo de pista que se repetía veo
que llevo algo de piernas, por lo que me pongo a tirar fuerte, ante la sorpresa
de mi amiguete. Por allí alcanzamos a bastante gente (Juan “de Ono”, “Militar”,
“Beatinhos”…) y me lancé a buen ritmo por la bajada de La Cumbrecilla, seguido
por Javi.
En
la zona de rivera, Óscar (gracias a ti y a Charo por las fotos) me dice que
Quique ha pasado a unos 20 m. Aprieto para pillarle con un doble objetivo:
darle un susto al ver un maillot naranja y advertirle de la proximidad por
detrás de un rival de su categoría. Llego al último avituallamiento a unos
metros de él y del Pirri pero me doy cuenta de que llevo le rueda trasera
vacía. Paro para inflar y cuando voy a apretar la válvula la rosca no va.
Decido arrancar así pero tras el primer repechón a patas compruebo que la rueda
sigue perdiendo.
¡Ea!
Pues a meter cámara a 3 km de meta. Con las ganas que tenía ya de llegar y
acabar con la mierda de carrera que estaba haciendo. Entre que me lo tomé con
calma y que me costó horrores meter la cubierta perdí allí una eternidad.
Cuando
acabo de reparar veo que llega Mayte, peleando por la segunda plaza, y que otra
fémina le iba pisando los talones. Decido subir al ritmo de Mayte e irle
avisando de la distancia con su perseguidora. Hizo la subida a muy buen ritmo,
distanciando a su rival cada vez más, lo que me sirvió a mí de aliciente para no
dormirme, entrando tras ella en meta.
En
fin, día para olvidar. Me quedo con la satisfacción de ver al compañero Quique
en el pódium (bueno, al lado del pódium) y de la buena carrera que hizo
Domingo.
P.D.:
espero que en Santa Ana se acabe mi mal fario este año en el Provincial. Bollullos
y Almonte perdido por los caminos y Berrocal con problemas mecánicos. Lo dicho,
a perro gordo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario