Tiempo
hacía que no me ponía delante de las teclas para garabatear algo de
mis carreritas, pero pienso que la Huelva Extrema bien merece el
esfuerzo.
Lo
cierto es que tras la edición del año pasado no me animé a publicar nada (algo tenía
en borrador pero nunca lo rematé) y por ese motivo no llegué a
agradecer en público a mi compañero Domi su capacidad de
sufrimiento para alcanzar la meta de Punta Umbría a pesar de
encontrarse con problemas de salud. Aunque sea con un año de
retraso, lo hago ahora: ¡Gracias, Domi! Te portaste como un jabato.
Pues
bien, este año afrontaba mi cuarta Extrema con algo más de confianza que
el pasado. Bastantes kilómetros en las patas a estas alturas de
temporada, conocer el recorrido y no tener el hándicap de haber
estado un tiempo en el dique seco como el año anterior, me hacían
afrontar el reto con relativo optimismo. Mi objetivo confeso: llegar
a Punta con mejor tiempo que el año pasado (10:07 hicimos) y, si era
posible en menos de 10 horas, mejor que mejor. Eso sí, este año en
categoría individual.
Tras
el madrugón de rigor toca esperar la salida con un frío de narices,
más o menos por los medios del primer cajón. Se da la salida con
puntualidad británica y todos pitando por el tramo de carretera. Ya
por allí empiezan a pasarme infinidad de ciclistas. No quiero (¿o
quizás no puedo?) apretar para engancharme a algún grupo que me
lleve hasta la entrada del primer camino.
Pisamos
tierra y, al contrario que el año pasado, no se forman atascos que
reseñar (algún pie a tierra absurdo en la bajada sin complicaciones
hacia Los Romeros, pero poca cosa). En esa bajada me pasan los
primeros del cajón nº 2, los Villegas, que iban que se las pelaban.
Primeros charcos y a por la subida hacia Jabugo ¡¡¿¿QUIÉN COÑO
ERA EL QUE ME ESTABA AGARRANDO LA BICI POR LA ZONA AQUELLA QUE HAN
REPARADO CON TIERRA, QUE NO HABÍA FORMA DE AVANZAR??!! Me siguen
adelantando como si fuese yo a los mandos de un "Maclaren".
Espectacular
como estaba de bonita la subida hacia El Castaño, donde se forma el
único tapón del día, en la curva de la "Z", como era de
esperar. Pero vamos, que no fue gran cosa y la gente, en general, se
lo tomó de buen grado. Me adelantan ciclistas "a puñaos".
Con
eso de ir en solitario, sin una referencia como la del loco de Domi
el año pasado, pienso que las bajadas me las tomé con excesiva
calma, porque en ellas también me adelantaban "cienes y cienes"
de ciclistas. Además, bajando el muro de Santa Ana, de tanto frenar
se calentaron las pastillas y me quedé temporalmente casi sin
frenos, hasta que refrigeraron.
Por
la carretera de Santa Eulalia, dos ciclistas (competían en parejas,
me pareció) que estaban parados me preguntan ¡SI LLEVO UNA BOMBA!
No sin antes hacerles ver que no sería mala idea del todo cargar con
una bombita entre los dos para hacer una carrera de 180 km, me doy la
vuelta para echarles una mano, pero en ese momento parece que le
cogieron el truco a la bombona de CO2 que llevaban y me
dijeron que ya no necesitaban la bomba. Pues mejor para todos.
Rampones
duros hacia El Patrás, por donde definitivamente ya me pasa "El
Tato" y a por el tramo complicado y duro que hay tras esa
localidad, que hice bastante a gusto, aunque con algún pateo de más
por ir rodeado de paquetes histéricos.
A
partir de allí había pasado lo peor para mí. Abro gas por la vía
verde tras Mina Concepción y subo con relativa dignidad hasta El
Campillo, donde había un montón de gente animando. Parece que ya me
pasan menos.
En
Zalamea paro a repostar líquidos, suelto el cortavientos a mi
amantísima (gracias por la colaboración en la logística) y
Antoñito, el hijo de Benito, me lubrica la cadena. Gracias,
amiguete. Cuando la edad te permita meterte en esta prueba vas a
disfrutarla y vas a dar guerra.
No
sé como lo veríais los demás, pero en mi opinión el terreno en
la parte inicial (hasta El Patrás, más o menos) estaba bastante
practicable, mejor que el año pasado, pero a partir de ahí se ponía
mucho más pesado, con barro y charcos continuos que hacían difícil
mantener un ritmo.
Igual
que el año pasado, me pareció espectacular el tramo que lleva de
Zalamea hasta el puente sobre el Odiel. Este año, más si cabe, con
la nueva zona de senderos y caminos que sustituía la bajada por
carretera. Ya por esa zona se invierten las tornas y empiezo a
recuperar algunas de las pegatinas que me había quitado el personal
en los tramos anteriores. Disfruto (eso es fácil escribirlo hoy) de
la subida a Almagrera, salvo el coñazo de los dos pateos por los
derrumbes que había.
Rodeo
de Calañas y a enfilar la pista que busca Las Cruces. Viento
fuertecillo en contra y toca apretar los dientes para ir recuperando
posiciones, cosa que voy haciendo con relativa facilidad. Ya cerca de
Las Cruces, donde tenía prevista mi segunda parada en "boxes",
veo delante un grupo de ciclistas muy numeroso (unos 20, diría yo).
Aprieto para tratar de sobrepasarlos antes de llegar al pueblo, para
evitarme la aglomeración que se podría formar, pero sólo consigo
atrapar a algunos rezagados del grupo.
Total,
que el avituallamiento de Las Cruces estaba más atestado que el
"Primark" del "Holea" en un día festivo en
Sevilla. Aquello era un hormiguero de ciclistas y bicicletas. Por
ello, miro mis botes, a media carga en ese momento, calculo lo que
queda hasta San Bartolomé y decido cambiar sobre la marcha de
estrategia: en lugar de ir a tres paradas, iría a dos. Con un par.
Tras
los duros repechos anteriores a la carretera Tharsis-Las Cruces (se
atragantan de verdad) vuelvo a poner un ritmo sabrosón en una zona que me va bastante bien y con el que
sigo adelantando a bastantes ciclistas, peroooo... conforme me voy
acercando a San Bartolomé me voy dando cuenta de que lo de no parar
en Las Cruces no ha sido buena idea y voy entrando en el único episodio
de crísis del día. Tengo que hacer acopio de fuerza mental y tratar
de gestionar los primeros amagos de calambres para llegar hasta el
avituallamiento, mientras que algunos de los que instantes antes
había dejado por detrás me volvían a alcanzar.
Pero
siempre que ha llovido ha escampado y al entrar en San Bartolomé veo
la luz en forma de jarra helada de cerveza que me ofrece el amiguete
Dani, bartolino y compañero de curro. Lo cierto es que se trataba de
una deuda que tenía desde hacía un año y de la que di buena cuenta
en un abrir y cerrar de ojos.
Besos y abrazos a los amiguetes que había por allí (Churrero, Bocina, Kike, Pepito...) y a por un bocata en el avituallamiento. Repongo líquidos, aceitito para la cadena y con cuerpo y alma reconstituidos pongo de nuevo el motor en marcha para acometer la última tirada.
Besos y abrazos a los amiguetes que había por allí (Churrero, Bocina, Kike, Pepito...) y a por un bocata en el avituallamiento. Repongo líquidos, aceitito para la cadena y con cuerpo y alma reconstituidos pongo de nuevo el motor en marcha para acometer la última tirada.
De
nuevo a ritmo vivo, voy rebasando a un buen número de ciclistas, ya
bastante tostados. Por la pista colorada, uno de los que alcanzo se
me pone a rueda, un tipo con buena planta y en edad de merecer. Con
él enganchado al culo voy atravesando la pista colorada, el canal y
nuestros queridos pinos. Mi única preocupación era tratar de
evitar que los amagos se materializasen en calambres, cosa que,
afortunadamente, conseguí, aunque a costa de no apretar todo lo que
hubiese deseado en algunos tramos. No obstante, hice muy buen tiempo
en el último sector.
Cuando
quedan unos 5 km miro el reloj y veo que voy en tiempo de lograr el
objetivo de entrar en menos de 10 h, por lo que aprieto los dientes
hasta meta en la que entro radiante de felicidad y en un tiempo de algo menos de 9:55. Eso sí, con el fornido muchachote adherido a mi culo. Se ve
que le agradó, hay gustos para todo. Nos saludamos todos los que
entramos a la vez en meta menos... en efecto, amiguetes, el
muchachote de buena planta, que no se dignó a decir ni mu y se
marchó muy ufano tras haber logrado el que parecía su objetivo en
la carrera: aguantarle la rueda a un viejo, obeso y medio acabado
durante 30 km. Enhorabuena, majete.
En
fin, una Extrema más al zurrón habiendo disfrutado de un
espectacular recorrido por nuestra provincia. Bueno, esta es la
típica gilipollez que se dice cuando se te van olvidando las
fatiguitas negras que has pasado para arrastrar la bici desde
Almonaster hasta Punta Umbría. Si te preguntan cuando vas subiendo
la cuesta de la depuradora de San Bartolomé, habría que ser muy
masoquista par decir con una sonrisa en los labios: "pues ya
ves, aquí, disfrutando".
Gracias
a la organización por el espectacular diseño del trazado, sevicios,
atenciones, correcciones de última hora... Tenemos en Huelva una
prueba de muchos quilates. Lástima que sea tan caríiiiiisima la
inscripción. Y es que después sólo te dan avituallamientos
perfectos, cronometraje por chip, retransmisión en "estrimin"
de ese, 3 barritas, 3 geles, un maillot, varias revistas, medalla,
caja de fresas, comida, fisioterapia, lavado de bicis... En fin, un
atraco a mano armada.
Gracias
también a todos los que habéis estado animando durante el trayecto
(algunos demostrando que poseen el don de la ubicuidad). Eso da
sentido al esfuerzo de los que nos metemos en estos follones sin otro
objetivo que llegar a meta lo más decentemente posible.
Gracias
a Pepa por su inestimable colaboración. Aunque en el fondo sé que
acabaré pagando de la manera que menos me espere el madrugón que se
tuvo que pegar para traerse el coche de vuelta desde Almonaster.
Enhorabuena
a los vencedores y a todos los que han superado su reto personal (en especial a mis compañeros Paco, Nacho y Jose y al amiguete Benito). Y a
los que no... pues a entrenar más y en la próxima será.
En
fin, que el año que viene, más y ¿mejor? Espero poder estar
presente en la 6ª edición de nuestra Extrema.
Mi
primo el oscurito ya se ha colgado otra medalla.
PD.
1: Benito, en Zalamea me llevabas 25 min, en meta me sacas 7:30
"maomeno". ¡EL AÑO QUE VIENE QUIERO UNA EXTREMA CON 50 km
MÁS, A VER SI TE PILLO!
PD.
2: pues hacía tiempo que no escribía por aquí, pero me he
despachado a gusto.
ereh un fenómeno y lo sabes.
ResponderEliminarcómo me he reído con el fascículo.