miércoles, 25 de abril de 2012

SANTO DE MI DEVOCIÓN.


Corría el año 2.001 cuando tuve conocimiento de que en Almonaster la Real, precioso pueblo serrano, se había celebrado una prueba ciclista consistente en ascender al alto de San Cristóbal desde la aldea de La Escalada, unos 10 km en total. Yo conocía la subida de haberla hecho en coche pero ni me planteaba por aquel entonces afrontarla en bici: aquello era sencillamente demasiado para una bola de sebo que superaba holgadamente las tres cifras en báscula y que, aunque llevaba muchos años montando en flaca, la tenía bastante dejada de lado en los últimos tiempos. Esa primera edición me la había perdido pero se me quedó ahí dentro un gusanillo…




Supongo que sería en verano de ese mismo año cuando, en una de mis rutas serranas partiendo desde Galaroza, pasé por el cruce que conduce al alto y sentí la llamada de la cumbre. Me lié la manta a la cabeza y ahí tenéis al Jota: “cientoypico kilazos” sobre una Orbea Kronos de “jierro fundío” con pedales de rastrales y pertrechada con cambios (8 velocidades, de fricción y con manetas en el cuadro, por supuesto) cuyo desarrollo más suave era el 39x21, gentileza de un conocido tendero onubense hacia un globero ignorante de la vida.

Os podéis imaginar la de chepazos que di. Las partes más duras iba haciendo un lamentable zig-zag, con lo que supongo que haría el doble de distancia y (esto lo tengo borroso en el recuerdo) creo que algún pie a tierra cayó. Además fue un día de calor de los de verdad ¡Con deciros que tiré el casco en la cuneta al subir para recogerlo más tarde en el descenso!  Pero hice cumbre, con un par, y a partir de ahí mantuve un especial idilio con esta ascensión, la más emblemática de la provincia de Huelva.

Con esta experiencia previa (no recuerdo si subiría alguna vez más ese año) me armé de valor y me inscribí para la segunda edición de la prueba. Por aquel entonces y hasta 2.009, la subida se disputaba en las dos modalidades: carretera y BTT. Yo, carretero convencido y militante, opté por la flaca y a ella me mantuve fiel hasta 2.009, última edición que se celebró en esa especialidad.

De mi especial relación con el San Cristóbal (ascensión y prueba) os podéis hacer una idea pinchando en este enlace.


Se trata de la página web de referencia en altimetrías en el territorio nacional. Si picáis en “San Cristóbal” y veis la autoría de la altimetría, fotos y descripción sale el nombre de alguien que conozco bien.

Durante esos años fui mejorando mi estado de forma, llegando hasta a “pillar chasca” en varias ediciones en la categoría de M-40 carretera. Esto tampoco era demasiado difícil teniendo en cuenta que la participación no era muy masiva y que la separación de categorías daba bastantes opciones.

En 2.010 la carretera ya presentaba un estado lamentable que hacía imposible el tránsito en flaca. La organización decidió alargar la prueba hasta algo más de 20 km, llevando la salida a Calabazares y añadiendo un buen trecho de caminos, con lo que se convertía en una prueba de BTT. No les quedó mal la cosa y la prueba mantuvo su encanto con el añadido de pasar por alguna que otra zona bastante atractiva.

A lo largo de todos estos años he ido coincidiendo con ciclistas que se han convertido en clásicos de esta subida. Se me vienen a la cabeza nombres “ilustres” como los del “Americano”, Dani “Campillo”, Lucas, “Garnacho”, Lorenzo, los Macías… Pero también tengo recuerdos de gente con la que he coincidido año tras año, algunos anónimos para mí y otros ya familiares como esa panda de gamberros imprescindibles que son los “Radicales y Libres” de Aracena. Sí, esos que en la salida entonaban cuerpo y espíritu en una taberna a base de isotónico marca La Hormiga.




Digna de mención era la post-ruta, con su potaje de garbanzos con gurumelos y sus carnes a la brasa regados con rubio líquido a discreción. Y todo ello, durante mucho tiempo, por el módico precio de 0 €.

En definitiva, un día marcado en mi calendario como cita ineludible y que se ha venido celebrando gracias al empeño de unas cuantas personas del Ayuntamiento de la localidad y al apoyo de animosos voluntarios.

Y este año llega la modernidad al San Cristóbal. La prueba se ha “legalizado”, integrándose como puntuable para el Circuito Provincial en la modalidad de “rallies”, con lo que ello implica en lo relativo a organización, precio de inscripciones (me da en la nariz que al no federado la cosa le ha parecido “reguleras”), arbitraje, incremento del número de participantes… En fin, ni mejor ni peor, diferente.

Una de las novedades positivas que acarrea la integración en el provincial es la celebración de mangas de categorías de promoción. Pudimos ver a los enanos compitiendo por el entorno de Calabazares antes de la salida de la prueba principal.

También se han introducido cambios en el trazado. Algunos me han gustado mucho, como la zona durísima tras pasar la carretera de Gil Márquez y, sobre todo, el hecho de atravesar las calles céntricas del pueblo antes de la última subida. Había un gran ambiente de público y resultaba agradable pasar por allí entre los ánimos de la gente. Otros cambios… pues no los veo: eso de acabar bajando al pueblo tras coronar la ascensión no me acaba de convencer. Vale que la bajada es bonita (también es peligrosa) y que la meta en el centro del pueblo tiene su puntito pero… pienso que una subida como ésta merece terminar arriba, sin más.

En cuanto a lo mío, pues nada del otro mundo. Salida sin forzar mucho, en las primeras rampas ya veo cuáles van a ser mis referencias (Toni Infante, “Franito”, “Pirri”, Antonio Almirón, Juan “Fisio”…) y voy cogiendo ritmo. Por allí me pilla “Jabiker” como un cohete, pero pronto se desinfla y vuelve al redil. Adelanto al “Pirri” en la carretera de La Escalada y voy a pocos metros de “Franito” y Toni. La nueva zona dura, regulando. Por allí me da alcance Antonio Almirón pero unos metros más adelante lo vuelvo a meter en el saco.

Al pasar por el cementerio llego casi a la altura de Toni y “Franito”, pero se me marchan en las rapidísimas bajadas por las calles del pueblo. Subidón de moral con los ánimos del público y a por lo duro de verdad. En las primeras rampas recibo el aliento de mi media naranja, sobrina, hermano y cuñada: ¡si hasta había un “JOTA” escrito con ramas en el suelo!




Subo lo duro lo mejor que puedo, manteniendo a raya al “Pirri” y viendo cerca a Candi, Toni y compañía. Me supera Mario Domínguez (Enbizi) pero le mantengo rueda sin reventar. Conociendo la subida, antes de la última curva a derechas aprieto a tope y así hago las últimas rampas, con lo que me acerco bastante los que me anteceden y abro algo de distancia por detrás.

Así, afronto la bajada cerca de Toni y “Franito” pero ya sabía que en ese terreno se me marcharían irremediablemente. Yo no bajé mal del todo, sólo “torpeé” en un par de pasos, pero mi ritmo era de prudencia extrema. Como referencia os diré que Bea, a la que dejé pasar a media bajada, me metió casi dos minutos en meta.

En uno de los “torpeos”, al poner pie a tierra, sufro un calambre que me impide bajarme de la bici. Me quedé allí clavado sin poder ir ni para adelante ni para atrás. Menos mal que se me pasó pronto y pude arrancar, aunque ello propició que “Pirri” me diese alcance. Entrada en el pueblo con él a rueda y llegada a meta esprintando, dando espectáculo hasta el final. Conseguí entrar por delante, lo que me metió en el “top ten” de M-40 (84º de la general, con 1:37:56).

En cuanto a amiguetes y compañeros, formidable el “Taja”, que por fin vence esta temporada al “Mixto” gracias a una gran ascensión (la bajada la hizo de aquella manera), 3º de Cristóbal muy meritorio y mis compañeros de naranja… pues eso, necesitan mejorar. Lástima la caída de Mario que, al menos, supo sobreponerse y terminar la carrera.




El vencedor fue Javi Andrade, que supera su 2º puesto del año pasado. Este chaval sube tela, como su padre, Manuel, vencedor en M-40. Lucas se impuso en M-30 y Bea en féminas. Felicidades a todos.

No se me puede olvidar mi sobrina, Marta, cuarta en su categoría y que fue la única de los naranjas que subió al pódium al ser la primera niña.

En fin, tras este importante ladrillo sólo me queda felicitar y agradecer sus esfuerzos a los organizadores y aseguraros que este que escribe, el año que viene, “Dios menguante”, volverá a peregrinar hasta los dominios del Santo Patrón de los conductores (los ciclistas, en cierta medida, somos conductores ¿no?).


P.D.: pues qué queréis que os diga, yo eché de menos a los gamberros de Aracena. 




jueves, 19 de abril de 2012

MARATÓN, MARATÓN, MARATÓN.


Pues sí, en tres palabras, eso fue la prueba en la que anduvimos metidos algunos el pasado sábado: un maratón de BTT de los de verdad. Tendría que pararme a hacer memoria pero probablemente sea el recorrido que más me ha gustado nunca en lo que a maratones de BTT se refiere.

La cosa fue en Cabeza la Vaca, al sur-oeste de la provincia de Badajoz, lindando con la de Huelva. Le llaman Los 5 Miles porque en la zona hay cinco cumbres que superan los 1.000 m de altitud, dos de las cuales se ascendieron en la prueba de este año: el alto de Palancares (1.020 m) y el más conocido de Tentudía (1.112 m), punto más alto de la provincia de Badajoz.

Allí nos encajamos unos cuantos de onubenses, varios de ellos con noche previa en el alberge municipal de Cabeza la Vaca. Yo opté por quedarme en Galaroza y hacer por la mañana los “cincuentaitatos” km que hay de distancia.

La cuestión es que el sábado amaneció un día de perros: lluvia, viento y frío; vamos que no parecía lo más agradable para afrontar una mañana de bicicleta. Al llegar al pueblo me encontré un panorama desolador: la mayoría de los amiguetes había tomado la decisión de no salir y otros lo estaban dudando seriamente. Yo lo tenía muy claro, esas cuatro gotas, algo de fresquete y unas rachitas de viento no me iban a echar atrás: salía sí o sí ¡Faltaría más!

No sé si sería por vergüenza torera o porque el cielo dio una pequeña tregua pero la cuestión es que al final, salvo Nacho y El Taja que tomaron las de Villadiego y se volvieron a Huelva, todo el mundo se animó y tomó la salida.

La prueba, como ya he dicho, sencillamente espectacular. Recorrido muy duro y variado sin un tramo llano para rodar. Subidas fuertes, alguna bajadita técnica, otras muy rápidas, senderos… en fin, precioso. Además, las condiciones climatológicas le daban su puntito de épica a la cosa, con barro hasta en las orejas y los dedos entumecidos por el frío tras alguna bajada prolongada.

A pesar de la cantidad de subidas que había yo pienso que las bajadas fueron muy determinantes. La mayoría no eran técnicas, pero sí bastante rápidas y sobre terreno de piedras y barro, muy resbaladizo. Quien asumiese riesgos sobre ese terreno (no fue mi caso) tenía bastante ganado.

Para colmo yo empecé a notar problemas de chupado de cadena en el km 15 o así. En cuanto metía el platillo, chupado que te crió y a patear, con lo que revienta eso física y mentalmente. Tras cinco o seis pies a tierra decidí no volver a usar el platillo y comerme todos los repechones (y los había muuuuy serios) con el plato mediano, sufriendo como un cabrón.

Tras coronar el alto de Palancares me pasaron mi compañero de club Domingo Varela y su hermano Paco, como sendos aviones. Ya quedamos un día de estos para que me devolváis las pegatinas. En un par de curvas y contracurvas ya les había perdido de vista. Después, en algunos repechos, logré engancharlos de nuevo, pero los malditos chupados me dejaron definitivamente atrás y no los vi más hasta meta.

Sí que vi un bote caído de “Ciclotaller Francis” en un pedregal en bajada. Pensé: “por aquí ha andado el Domi”. Estuve tentado de pararme oler el bote cual explorador arapajoe para saber si hacía mucho tiempo que había pasado por allí, pero lo dejé para otra ocasión.

En fin, a partir de cierto momento, mi carrera fue alternando entre sensaciones aceptables en las subidas no extremas (alcanzando a gente y sin que me pillase nadie), sufrimiento en los repechos duros y prudencia absoluta en las bajadas. La mayoría de mi recorrido transcurrió en solitario, prestando mucha atención a las señales (correctas), que no era plan de perderse por tercera ocasión consecutiva.

Llegué a meta reventado de verdad, como debe ser en un maratón, con un tiempo de 4 h 41 min (47º de la general, 10º en mi categoría) y a más de 7 min de los Varela’s Brothers.

En cuanto a los amiguetes, una verdadera lástima lo de Cristóbal. Se perdió en el paso por Arroyomolinos cuando marchaba en una fenomenal posición, para haber ganado en su (y mi) categoría. Otra vez será. Muy bien, como ya he dicho, los hermanos Varela y luchando como un jabato Víctor, que hizo la larga con mucha dignidad (no como otros…). Juanfran y otro panturrano optaron por la corta tras coronar Tentudía.

En fin, lo dicho, maratón con recorrido 100% recomendable que queda apuntado en la agenda para próximas ediciones, a ver si el tiempo es más favorable. Ahora, a Almonaster, a cumplir con la peregrinación anual al patrón de los ciclistas onubenses: XII edición de la Subida al san Cristóbal ¡Casi ná!



P.D.: ¿Álguien puede explicarme cómo puede una camiseta interior acabar así de barro con dos capas de maillot por lo alto?

Lo de "eso no parece que sea barro..." os lo podéis ahorrar. Es barro.







viernes, 13 de abril de 2012

DEBUT Y RETIRADA (*).

Escribía Tomás de Iriarte en su fábula “El pato y la serpiente” que dicha ave, orgullosa por su capacidad para andar, nadar y volar, no debería mostrarse tan ufana ya que “ni anda como el gamo, ni vuela como el sacre (1), ni nada como el barbo”. Pues si cambiamos lo de volar por rodar en bici, muy bien podéis verme reflejado en un pato el día de mi debut (y de mi retirada) en la cosa del triatlón.

Corría el año 2.006 y fue en el Triatlón de Punta Umbría, al que mi inconsciencia me llevó a apuntarme sin tener la más mínima preparación en la materia. Reproduzco a continuación lo que contaba en los foros tras mi odisea. He tratado de retocar lo mínimo posible, modificando sólo aquello que queda fuera de contexto a día de hoy.





Bueno, pues no sé si le interesará a alguien, pero yo lo largo.

Debut consumado, objetivos cumplidos, experiencia satisfactoria.

El domingo por la mañana me planté en Punta a buena hora y, tras saludar a los conocidos (Cozi, Jesús Gallego, el grupo de mi hermano y los MKM-animadores (2) Nacho, Carlos y Dani), me acerco a por el dorsal y me largan un sobre con un chorro de números: que si uno para el maillot, que si otro para el casco, otro más para la bici, el del gorro de natación... 

Coloco los dorsales como Dios me da a entender y me voy para los boxes para dejar la bici, cargando con más equipaje que si me fuera de fin de semana a Sierra Nevada. Al entrar en la zona cerrada, primer error: el dorsal del maillot debe ir en el pecho, no en la espalda. Como puedo, lo cambio y me queda hecho un gurruño. Se conoce que aún no estaba suficientemente identificado y una gentil señorita procede a herrarme mi numerito con un "retulador" indeleble en la pata izquierda y el brazo derecho. ¡Coño, si sólo faltó que me pusieran un plastiquito en una oreja y un aro en el hocico!

Tras esto, entrada en el agua con el Cozi y Jesús Gallego para tomar la temperatura (y de paso echar una meadilla, por aquello de los “nerviosss”) y nos meten en una especie de corral a todos los participantes. A estas alturas, metido en el corral y herrado por todas partes, yo ya tenía complejo de ternera retinta. Se da la salida y “tospalagua”, chapoteando y andando mientras se da pie. Golpes, empujones, patadas,... es decir, lo normal. Tras girar la primera boya, cuando ya había menos mogollón, noto que un tío se me había montado “entoloarto”. Dudé si trataba de adelantarme por encima o si quería algo conmigo. Si sus intenciones eran estas últimas, podría haber empezado con unas caricias, unos besitos,... que se yo, pero no así de golpe.

Hago casi toda la natación al lado de uno que iba con mono de triatlón, por lo que pensaba que iba bien, que mantenía el ritmo de un grupo. Tras girar la segunda boya y enfilar hacia la arena empiezo a ver el fondo más oscuro, lo cual me hace pensar que ya estamos llegando a donde no cubre. Me paro, intento ponerme de pie y... todavía no se da pie, con lo que tengo que volver a arrancar. Al fin llego a la orilla, casi a la vez que un par de tíos, miro para adelante y no veo a nadie, miro para atrás, hacia el agua y no veo más que tres o cuatro gorros. Me hago una composición de lugar y pienso: 

     a) Han suspendido la prueba mientras yo nadaba y no me he enterado. 

     b) Van “tospalante” y yo estoy muy cercano al más espantoso de los ridículos. 

     Solución: la b). 

Este es el primer punto en el que sentí el calor del público. Gracias por los ánimos a los MKM presentes entre el respetable. 

Resumen de la natación: ¡DE PUTA PENA! 

Al entrar en los boxes veo que hay gente que aún está recogiendo la bici y algunas máquinas todavía colgadas (¿se habrá ahogado alguien?). Me pongo todos los avíos, incluidos guantes, calcetines, banda del pulsómetro (sólo me faltó ponerme un poco de “rimmel”) y a salir echando leches. Los 20 km de bici fueron una contra-reloj individual, recogiendo muchos cadáveres, pero sin poder enlazar, evidentemente, con ningún grupo bueno en el que resguardarme un poco. Se me enganchó uno que nada más que dio un relevo en las dos vueltas (se lo agradezco de todos modos) y sólo en los 3 últimos km pillé un grupo un poco más decentito. Se dan dos o tres relevos cortitos y después me veo de nuevo arrastrando un trenecito de 6 o 7 tíos durante más de 2 km. Mi único consuelo es que los tuve que poner perdidos de mocos, que no veas cómo se generan tras la natación. 

Resumen de la bicicleta: me encontré bastante bien, todo el tiempo sobre 170 ppm y sin poder ver la velocidad (se me jodió el “cuentakm”).

Transición a carrera, me pongo zapatillas y mi gorra de Cruzcampo (elegancia ante todo) y ¡a correr! Los primeros 500 m voy muy fuerte, más de lo que yo pretendía, incluso recuperando puestos, hasta que noto amagos de calambres en al menos 15 músculos. Decido regular para llegar entero y así hago las dos vueltas al circuito, animando a la gente que me cruzaba e incluso esprintando en los últimos metros. 

Resumen de la carrera a pie: me encontré mucho mejor de lo que podía pensar.

En total hice el puesto 150 de 178 que llegaron (primer objetivo cumplido) y le saqué a mi hermano casi 3 minutos y medio (segundo objetivo: ciclista 1- atleta 0), con un tiempo total de 1:13:57 (por debajo de los 1:15 que me había planteado) (3).

Prueba muy bien organizada, buen ambiente y la satisfacción de haber competido junto a todo un campeón: "El Penti". Enhorabuena a Jesús y al Cozi por su buen debut y gracias a la representación MKM por sus ánimos. El año que viene, si puedo, repito.

PD: por cierto, estos triatletas son “light” del todo. Había un tirador de cerveza al que creo que los únicos que le hicimos los debidos honores fuimos mi MDR (4), un amigote y yo, muy necesitado de rehidratación. 


(1) Sacre: variedad de halcón.

(2) MKM eran las siglas de mi club de por aquel entonces, los extintos Máquinas Maharas.

(3) Lo de los objetivos iba de que me había propuesto no ser el último y, a ser posible, quedar por delante de mi hermano, otro colgado que se apunta a un bombardeo. Por aquel entonces él practicaba atletismo, muy poco de piscina y en cuanto a la bici pues… sabía montar sin ruedines.

(4) MDR: siglas de “máquina de reñir”. Se entiende ¿no?

(*) ¿O puede que no…?





miércoles, 4 de abril de 2012

TRES EN UNO.

No, no es publicidad del famoso lubricante-desoxidante. Se trata de que van ya tres maratones corridos este año y no he contado nada de nada de ninguno de ellos. Vamos a ponerle remedio, que no se pueden perder las buenas costumbres.




Primer acto: Valverde. La primera, en la frente.

Ya les vale a los programadores colocar este maratón como el primero de la temporada onubense. Valverde siempre se ha caracterizado por su dureza y su interminable sucesión de subidas encadenadas. Hombre, ya no es lo que era, lo han suavizado bastante, pero sigue siendo un hueso duro de roer, sobre todo a estas alturas de año. Es como si los profesionales, en vez de empezar con la “Challenge de Mallorca”, arrancasen directamente con una etapa alpina del “tour”.

La organización, como siempre en Valverde: eficaz y rallando a un alto nivel. Enhorabuena.

Este año Valverde no ha sido puntuable para el Circuito Provincial y sí para la Copa de Andalucía. Por tal motivo había decidido tomármelo con relativa tranquilidad, sin demasiados sofocones. Me planteé, si me daban las fuerzas, tratar de rodar con nuestro Máster-50, Víctor, y echarle una mano si podía.

Mucha participación este año, lo que, unido a mi habitual miedo a los recorridos neutralizados por el pueblo, me hace arrancar muy atrás. Con el paso de los km me voy animando y al final aquello de tomármelo con calma… pues “como que no”. Es lo que tiene ser de natural “picado”, que ves una rueda conocida y te hierve la sangre. Sirva como ejemplo de esto lo que sucedió en la subida más dura del día, la que arranca desde la rivera del “Angliru”, donde por fin di alcance al citado Víctor. Una vez a su altura ¿levanté el pie? ¿moderé el ritmo para tratar de darle una rueda? ¡Los cojones! Apreté los dientes, tiré “parriba” y no miré ni un instante a ver si me seguía. Vamos, que me faltó escupirle a la cara.

Final apretando para tratar de dejar atrás a otro par de acompañantes conocidos (Franito y Candi) y al final 4 horas y 8 minutos, con un mediocre 33º puesto en M-40, ni sé cuántos de la general (aunque hay que tener en cuenta que había mucho “bicho” al ser Copa de Andalucía).

En la general, triunfo de Javi Macías. A ver si se la da bien la Copa.

Versión oficial: un buen entrenamiento de calidad.


Segundo acto: Bollullos. Pedaleando por las arenas.

Alguna controversia ha levantado por los foros este maratón, primero de los puntuables para el Circuito Provincial. A algunos su trazado les ha parecido totalmente infumable, salpicado de trampas de arena que le conferían una especial dureza. Yo pienso que no era tan feo. De hecho tiene casi treinta km por una zona de pinares, algunos de ellos salpicados de alcornoque, bastante atractivos. En fin, cuestión de gustos.

Lo que es incuestionable es el buen hacer y la dedicación del club organizador, Ratobato. Como todos los años, se marcaron una prueba sin defectos reseñables, bien señalizada y con una buena atención hacia el corredor.

Siguiendo mi costumbre, en las semanas precedentes había reconocido el recorrido en su totalidad. Tenía memorizado (bueno, no engañaré a nadie, realmente lo tenía apuntado en un papelito) cada arenal, cada cuestecilla, cada cruce. Concretamente el último bucle del trazado lo había inspeccionado tres días antes de la carrera. Algunos arenales eran realmente difíciles de pasar y hacían que la prueba fuese realmente dura. Como comenté con alguien era un recorrido que provocaba que fueses constantemente comiéndote el coco: cuando marchabas por una rodera ibas pensando que la del otro lado del camino era la buena… justo hasta que te cambiabas. En ese momento la rodera buena pasaba a ser… “la otra”.

La salida la hago fuerte, tratando de adelantar todas las posiciones posibles en los primeros km de caminos. Después empiezo a pasar los primeros arenales con bastante soltura (las cuatro gotas que habían caído un día antes mejoraron un poco esa zona) y voy remontando posiciones a buen ritmo y con buenas sensaciones.

De repente, noto que la rueda trasera va perdiendo presión. Trato de aguantar para pasar así los últimos arenales antes de atravesar la A-49 pero no aguanta y tengo que parar. Agradecí el haber cargado con un par de bombonas de CO2, con lo que inflé en un periquete. Lo que pasa es que en estas pruebas tan rápidas te rascas un ojo y te han adelantado cincuenta tíos.

Tras una cuestecilla tendida después de pasar bajo la autopista iba engolfado en un camino con pendiente hacia abajo tratando de pillar a dos ciclistas. Poco a poco empieza a sonarme raro el paisaje (ya he dicho que pasé por allí tres días antes), no veo cintas marcando el terreno… ¡mierda! ¡me ha perdido!

Vuelta atrás cuesta arriba (calculo que 2,5 km o así) para comprobar que el cruce estaba perfectamente señalizado. Sencillamente yo iba ciego sin mirar las señales y al equivocarse los de delante me metí detrás de ellos.

Al volver al trazado ya no me quedaban muchas ganas de nada, me había pasado hasta “er Tato”. Ritmo cochinero, otra botellita de CO2 para la rueda y una Coca Cola para mí en el avituallamiento (normalmente no hubiese parado, pero visto lo visto…). El último tramo de pisteo lo hago rodando fuerte con Jesús Monje a rueda, deseando llegar para echar una cervecita.

Al final, 4 horas y 16 minutos para un lamentable 26º puesto en M-40 y 136º de la general.

Un Sub-23, Antonio Santos, se impuso a Javi Macías (no sé si habría algo de pasteleo), llegando tercero Lucas. Impresionante el rendimiento de dos M-40 bollulleros: Fernando Espina y Santiago Iglesias, 4º y 5º respectivamente y que rodaron toda la carrera en el grupo cabecero. De hecho, Lucas confesaba que tuvo que sudar sangre para soltar a Fernando poco antes de meta.

Resumen de lo mío: paquete, paquete, paquete.


Tercer acto: Almonte. ¡En ocasiones veo pinos!

Segundo maratón del Provincial. Para mi gusto demasiado cercanas en el tiempo dos carreras de características similares: terreno llano y arenoso. Esta prueba ha debutado como puntuable para el Circuito y se agradece el esfuerzo de la organización. Quizá por la inexperiencia hubo algunos detalles mejorables. Aun estando todo, en general, correcto, pienso que hay margen para la mejora. En cualquier caso repito mi agradecimiento hacia la organización.

A pesar de lo poco útil que me había sido en la última ocasión volví a reconocer, en dos partes, el recorrido días antes de la prueba. Veredicto de la inspección: duro de cojones. Mucha más arena que en Bollullos, con trampas más largas, con menos escapatorias laterales y más profundidad. Concretamente había un arenal tras dejar a un lado la cerca de Gato, con casi 3 km de longitud, en el que te podías quedar enterrado si cogías “por lo hondo”. Eso sí, había algunas zonas entretenidas de senderos y parajes bastante agradables.

Afortunadamente, el viernes por la tarde llovió en abundancia. Eso dejó el terreno muy practicable en las zonas de arenales, que se pasaban sin problemas. El que he mencionado arriba, que me había hecho patear varias veces en el reconocimiento, lo pasé en carrera a plato y a más de 25 km/h. Por contra, había un par de barrizales que obligaron a patear y pusieron las ruedas como “donuts” pero, en general, el recorrido se puso muy “masticable”.

Salida algo menos explosiva que en Bollullos pero no marchaba mal de ritmo. Sin embargo no me iba exprimiendo demasiado hasta que, de repente, me pasó Fran (Agonía) que había tenido algún problema. En ese momento me dije ¡vamos a ver si aguantamos su rueda un rato! Efectivamente veo que puedo seguir su ritmo y, al rato, empiezo a dar relevos, llevando una marcha bastante animada.
Tras sufrir algún pequeño despiste en varios cruces volví a enlazar con el grupo de Fran en una pista ancha y con las mismas me puse en cabeza, tirando fuerte. Así iba, muy animado, hasta que en el km “treintaypocos” el chaval que me precede ve una cinta señalizadora en un sendero que salía a la izquierda de lo que yo pensaba que era el camino correcto. Viendo la cinta y comprobando que, además, había rodadas de bici, nos metimos hacia el sendero. Yo sabía que el recorrido original no era por allí, pero dudaba si la organización lo podía haber cambiado a última hora por algún motivo.

Así seguimos hasta llegar a un punto en el que el sendero se cerraba y no se podía avanzar. Toca volver grupas y deshacer el camino, comprobando que muchísima gente se estaba confundiendo (más de 50 casi con seguridad).

Al volver al camino comprobamos que, efectivamente, la señal estaba mal puesta. En descargo de la organización he de decir que daba toda la impresión de que algún hijoputa había movido la cinta. La cuestión es que con el cabreo me puse a apretar como un loco, tratando, al menos, de volver a distanciar a todos los que me habían pillado con el extravío.

Afortunadamente no reventé y las fuerzas aguantaron, alcanzando incluso a bastante gente que marchaba por delante. Rodé bastante tiempo con dos hermanos, Óscar y Antonio Villegas, del Castro Jarana C.D. Al primero de ellos, por lo visto, lo tiré en una curva (disculpa) y el segundo tenía una tendencia a equivocarse en los cruces que vaya telita… Un saludo para los dos, con los que llegué casi hasta meta. Solo me distancié de ellos en los últimos repechos, cuando apreté para pillar a uno que marchaba por delante y con el que disputé un infructuoso y bastante patético sprint ¡Ahí el Jota dando espectáculo!

Al final 9º de mi categoría y 58º de la general, con algo menos de 3 horas y 38 minutos. Satisfecho por las buenas sensaciones pero algo quemado por no haber podido estar disputando algo más arriba de nuevo por un nuevo extravío, en este caso no achacable a mi torpeza.

Enhorabuena al amiguete Cristóbal por su 4º puesto en M-40 y a mi compañero Víctor por el mismo puesto en M-50  (edito, por lo visto al final fue quinto, a un suspiro del cuarto). También muy bien el Taja, aunque esté teniendo un hueso duro de roer con el Mixto.

En esta prueba faltaron los “bichos”, que andaban por Béjar disputando un “rally” del nacional, y se impuso José Antonio Reales, del Monferve-La Palma.

Conclusión de ésta: “quemao” pero contento. Parece que la cosa va a mejor, pero la gente está andando una barbaridad.