lunes, 16 de septiembre de 2013

UNA EXPERIENCIA JOCOSA.

Aquí andamos, de regreso de vacaciones, readaptándonos a la rutina del curro y tratando de recuperar sensaciones sobre la bicicleta. En fin, lo típico de septiembre. Pues a estas altura toca entrada en el "blog" para relatar mi viajecito veraniego, que en esta ocasión ha discurrido por el suroeste de Canadá.

Empezaré aclarando el título de la entrada. “Resurta de que” la guía que ha conducido (de aquella manera, como explicaré) nuestros pasos por Canadá era una “quebequoise” perfectamente francófona y que de mala manera chapurreaba el castellano. Por ello, cuando se refería a las Montañas Rocosas lo hacía con ese acento gabacho que le llevaba a pronunciar “Montañas Jocosas”, provocando el consiguiente descojone del personal.

Lo de la guía fue para echarle de comer aparte. Ignoro si conocería la parte este de Canadá, de la que era originaria, pero en el oeste estaba más perdida que Sergio Ramos en una entrevista con Punset. No tenía ni puta idea. Para que os hagáis una idea:
  • Perdió al grupo por la ciudad de Calgary el primer día de viaje. Hay que tener en cuente que dicha ciudad es cuadriculada como la cabeza de la Merkel. La metes en Sevilla en el Barrio de Santa Cruz y tienen que mandar a Lobatón a buscarla.
  • Perdió su cartera con, entre otras cosas, todas sus acreditaciones como guía.
  • Perdió las fotos que había hecho en su cámara.
  • Perdió el autobús tras una ruta de senderismo (me preguntó a mí si sabía dónde estaba).
  • Nos perdió repetidas veces por el campo.
  • Nos perdió en los remontes de una estación de esquí, metiéndonos en uno específico para bicicletas.
  • La virginidad creo que ya la traía perdida…
Era curioso su empeño en hacer cada día una fotografía de grupo para enviarla a la agencia de viajes. Llegamos a sospechar que era para que se quedasen tranquilos al comprobar que al final de la jornada no había bajas y que estábamos todos aún vivitos y coleando.

En fin, un verdadero desastre de mujer. Menos mal que el conductor del autobús, Andrew, controlaba tela y además conocía un montón de detalles de la zona. Un tipo curioso el tal Andrew: casi dos metros de canadiense, con un impresionante mostacho y cejas a juego. Y a pesar de esa pinta de comerse a los niños enteros, era un apasionado de la lectura; aprovechaba el más mínimo instante para devorar letra impresa.


Aquí Andrew con Pepa y servidor.

El planteamiento del viaje era el de incluir rutas de senderismo casi todos los días (nueve). A pesar de que se hicieron pateos todos esos días, algunos quedaron un poco (o un mucho) recortados por la ineptitud de la guía, aunque al menos dio para mover algo las piernas y ganarse las pintas de Canadian o de Kokanee. Alguna sí fue un poco más seria, como la subida a los “Seis Glaciares” en Lake Louise, con algo más de 16 km y un desnivel positivo de 550 m.

Bueno, al margen de estas historias, os diré que Canadá (al menos la parte que visitamos) es un país espectacular, como podréis ver en las fotos que pongo a continuación.


Castle Mountain. Una imagen típica de las Rocky Mountains.


Emerald Lake (Lago Esmeralda). Así llamado por el color de sus aguas.


Takakaw Falls. Impresionantes cataratas.


Vista de Lake Louise desde el sendero que asciende hasta Six Glaciers.


Arriba, en Six Glaciers. Aquí hacía bastante "rasca".


Moraine Lake ¿Y a éste por qué no lo llamaron Esmeralda?


Aquí también hacía tela de frío. Espectacular la carretera que lleva de Banff a Jasper, atravesando una zona plagada de glaciares.


Bow Lake.


Peyto Lake. Otro lugar flipante en el que incluso nos cayeron unos copos de nieve.


Athabasca Falls. Más cascadas.


Maligne Lake. Otro lugar feísimo.


Robson Mountain. Impresiona.


Otra vista de Robson Mt.


Pateo por el entorno de Robson Mt.


Kinney Lake. No sé si he puesto la foto al derecho o al revés.


Saphat Falls.


Helmken Falls ¡Será por cascadas! Éstas, para mí, las más espectaculares.


Esto es en una parada que hicimos, junto a una carretera cualquiera.


Curioso el tema de los osos. Por allí son bastante abundantes, sobre todo el oso negro, más simpaticote y buena persona y más raro de ver el "grizly", bastante más cabroncete y con malas pulgas. Resulta que cabe la posibilidad de que un bichejo de estos la tome contigo y decida ajustar cuentas a la especie humana utilizándote a ti como víctima. Pues bien, para que te defiendas de una bestia parda que llega a pesar más de 600 kg, alcanza 2,4 m de altura sobre sus patas traseras, puede nadar, corre a más de 50 km/h, trepa a los árboles, tiene garras de 10 cm y dientes de hasta 8 cm, los cachondos de los canadienses te dan ¡ESTO!


Pero, vamos a ver ¿"Eso" cómo se dispara? ¿Por dónde se carga? ¿Cómo se apunta? ¿De verdad piensan que un oso de pelo en pecho (y en el resto del cuerpo) se va a achantar porque le toques un cascabelito?

Al final, una de las compañeras de viaje, Marta, sevillana ella, dio con la clave: cuando te ataque un oso pardo grande como un trinquete, tienes que estar rápido y arrojarle el cascabelito para que el animal juguetee con él y se entretenga, dejándote a ti para mejor ocasión.

Para casos más graves, en los que el oso no sea de la subespecie juguetona, se lleva a mano un "espray antiosos" como éste. 


Es algo así como los "esprays" de pimienta que se usan contra los violadores, pero me da a mí que si al osito se le mete en las narices violarte, acabas con el botecito ese de pimienta metido donde dijimos. 

Y para que se vea que la cosa de los osos va en serio, ha aquí uno de los que vimos desde el autobús.




¡Hombre, las simpáticas ardillas! La primera que ves te hace tela de gracia y le tiras fotos como si tuvieras enfrente a la mismísima Kate Upton en pelotas. Con los días empiezan a ponerse pesadas y, a fuerza de verlas por todos lados, acaba uno hasta los mismísimos de esas ratas con rabo gordo. Eso sí, ésta que fotografié no me digáis que no era simpática ¡Mira qué carita!


Otro animalito, en este caso un tipo de ciervo (Mule deer).



Estos son Wapities. Son parecidos al caribú y la mar de tranquilitos. Aquí se estaban comiendo el césped, árboles y flores del hotel en el que nos hospedábamos en Jasper.



¿Doctor en Alaska?



También vimos salmones remontando ríos...



...para llegar a su lugar de nacimiento para desovar y "espicharla" después.



Bueno, ya que, presuntamente, este es un "blog" de ciclismo, ahí van unas fotillos del tema. Son de Whistler, una estación de esquí que en verano se transforma en un paraíso de la bicicleta de descenso. Tiendas con alquiler de "maquinones", tipos vestidos de rapero con protecciones y casco integral por todos lados (muchos de ellos cojeando), remontes dedicados exclusivamente a las bicicletas... En fin, que hasta me entraron ganas de bajar alguna pista (de las facilitas, eso sí).




En Whistler coincidimos con un "IronMan". Aquí el parque cerrado de bicis.



Alguno llegó bastante perjudicado.



Concentración de "Chevys" (Chevrolet Corvette) en Sun Peaks. Increíble cómo los tenían de relucientes sus propietarios. El motor de cualquiera de estos juguetitos estaba más limpio que el salpicadero de mi coche (no exagero en absoluto).


Se nota que Canadá es una potencia en producción de petroleo ¿no?


Estos "miniutilitarios" estaban por todas partes.


Vancuover, última etapa del viaje. A pesar de los rascacielos es una ciudad muy agradable, con parques, playas, y muchas zonas por las que pasear.


En fin, que he decidido hacerme un poquito canadiense.



jueves, 13 de junio de 2013

¡ARRIBA LOS CORAZONES! (¡"Sursum corda"!)



Lo que son las cosas. Ahora mismo tendría yo que estar emborronando líneas para relatar la mierda de carrera que hice en Santa Ana (tuve problemas mecánicos, concretamente de motor) o presentando en sociedad la nueva incorporación a mi escudería de bicicletas, una plegable que me lleva y me trae por las calles de Huelva… pero ¿quién saca ganas para escribir sobre trivialidades después del mazazo que nos han arreado a los que, en mayor o menor medida, nos consideramos amiguetes de Cristóbal?   





A estas alturas supongo que lo sabe media Huelva, porque eres más conocido que Rodri, pero por si acaso le diré al personal que el pasado domingo, tras la maratón de BTT de Santa Ana,  Cristóbal, el “Artefacto”, sufrió un problema cardíaco. Afortunadamente parece que la cosa va bien y que con un muellecito de esos te van a dejar estupendamente, pero el susto tiene que haber sido gordo para ti y tus cercanos.

No sé por qué coño será, pero da la impresión de que el corazón os falla a los que más grande lo tenéis y el tuyo es de tal calibre que no te cabe en ese cuerpecillo. Y, evidentemente, no digo esto por tu proverbial capacidad de sufrimiento en el deporte, que también, sino por tu dedicación a los demás, tu manera de volcarte en mil proyectos con el único fin de “que se hagan cosas en Huelva”, tu preocupación casi enfermiza por conseguir que todo salga mejor que bien, los agobios que te pillas cuando piensas que no ha sido así…

Sé, o más bien intuyo, como te puedes sentir en este momento: "acojonadete", deprimido, viendo el futuro teñido de negro, pensando que no vas a volver a hacer las cosas que venías haciendo… No soy muy amigo de dar consejos, pero cuando te asalten esas ideas piensa en tus hijas, en tu mujer, en tu familia y agradece que tu envidiable condición física te haya permitido salir adelante de este susto y seguir ahí con ellos, que te necesitan.

Lo demás, lo del deporte y tal y cual, al margen de ser algo secundario, no me cabe la menor duda de que irá llegando por sí sólo, con el tiempo. Supongo que deberás tomártelo de otro modo pero desde ya me apuesto cinco duros a que más pronto que tarde nos tendrás a muchos de nosotros con muy malita cara tratando de aguantar tu rueda.


Es el momento de que la familia ciclista onubense te devuelva (te devolvamos) una mínima parte de lo mucho que tú nos has dado, mostrándote nuestro apoyo y afecto ¡Y a ver si estás pronto entre nosotros, coño, que haces mucha falta por aquí!

Un abrazo muy fuerte para ti y para tu familia. Y lo dicho ¡Arriba los corazones!



P.D.: la nota de prensa de la carrera de Santa Ana se la pasé a Humberto. Si no la ha difundido, culpa suya es, no me vayas a echar a mí la bronca.



lunes, 29 de abril de 2013

JODIDO PERO CONTENTO


He de reconocer que cuando unos locos (alguno más bajito que otros) me comentaron la idea de organizar una prueba de BTT que recorriese de norte a sur la provincia de Huelva (creo recordar que por aquel entonces se planteaba de sur a norte) me mostré bastante escéptico. Era yo de la opinión de que ya tenemos en el calendario provincial grandes maratones, con buen nivel organizativo y no me parecía que la iniciativa de la Extrema fuese a aportar nada nuevo, aparte de implicar un alto riesgo por la dificultad logística que supone atravesar tanto término municipal, poner de acuerdo a diferentes estamentos, cuerpos de seguridad, etc.

Pues bien, como me suele suceder (no tengo precio como pitoniso) me equivoqué de medio a medio. La iniciativa fue tomando cuerpo y enseguida caló entre los ciclistas onubenses y no tan onubenses. El personal se puso manos a la obra e hizo de la Extrema su objetivo prioritario.

Eso sí, hay algo que me tendrá que explicar algún especialista de la parte de dentro de la pelota humana: la misma gente que no hace más que reclamar que se recorte la distancia de los maratones de BTT se da de hostias por conseguir un dorsal para una paliza de casi 160 km ¿Alguien lo entiende?

El éxito de la iniciativa en lo que a poder de convocatoria se refiere (los 500 dorsales ofertados volaron en días) ponía el listón de la exigencia a un nivel muy alto para la organización. En un recorrido en línea de tanta distancia, cualquier pequeño fallo en señalización, cortes de tráfico, logística de avituallamientos, etc. podía acabar con cientos de tipos vestidos de superhéroe tirados en medio del campo y más cabreados que Mourinho en la entrega del Balón de Oro a Casillas.

Pues bien, una vez finalizado el reto, hay que decir que la organización ha superado con altísima nota el duro examen al que se enfrentaba. La perfección no existe pero lo del pasado sábado se le acercó mucho. Muy buena señalización, excelente coordinación en los pasos de carretera y travesías, avituallamientos correctos, voluntarios totalmente volcados, área de llegada espectacular… En fin, mi más sincera enhorabuena a los organizadores. Gracias a todos los que han estado involucrados en mayor o menor medida y que nos han permitido participar en un evento que recordaremos durante mucho tiempo.



LO MÍO (peligro, tocho).

En lo personal, me remito al título de la entrada (tomado prestado de un tema de Concha Buika): muy contento por haber encontrado muy buenas sensaciones durante la prueba pero jodido porque un pinchazo y sus complicaciones me han impedido estar un pelín más arriba, peleando por mejores posiciones.

La primera parte de la prueba, la más dura, la hago sin apretar lo más mínimo, regulando en las subidas y hasta disfrutando del paisaje mientras iba charlando con unos y otros. Coronando Risco Malillo me alcanzan Quique y Alberto (Bicis Huelva) que habían salido más tarde al competir como pareja. Me invitan a subirme a su tren y, tras dudarlo, decido aceptar.

Muchos kilómetros rodando cerca de ellos y con el grupo de los Agonías mientras íbamos rebasando a multitud de ciclistas. Bonito el sendero de llegada a La Zarza y sofocante el cuestón junto a la corta. Tras coronar hago un intento de alcanzar a Quique y Alberto pero veo que eso me supondría gastar demasiado gasoil, por lo que bajo el ritmo y sigo a mi bola, tomándome las subidas con calma y apretando, pero siempre con prudencia, en los llaneos.

Espectacular el paso por Calañas, con un gran ambientazo de gente animando y aplaudiendo. Subidón de moral al hacer pedaleando el cuestón que había tras pasar el Calabazar, cuando “todios” iba pateando por allí. Muy bonita la zona de senderos tras La Torerera.

En la subida de la Casa del Marco me pasa como una moto Alfonso Duque, pero yo sigo a lo mío cuando la cosa se inclina, a verlas venir. Pisteo hasta la Casa de los Cristales a ritmo vivo pero sin cebarme. Ya cerca de Los Cristales oigo a Francis que venía por detrás en un grupo con algunos Agonias y Carmelo y Juan Manuel (de Gibraleón). Levanto el pie y me dejo alcanzar por el grupo.

La última subida fuerte, tras el vadeo del Odiel, vuelvo a hacerla regulando, dejando marchar al grupo que me había pillado. Sin embargo, en los toboganes anteriores a La Corcha aprieto fuerte a relevos con un Ratobato y volvemos a alcanzar al grupito.

En La Corcha hago mi primer repostaje: como algo, repongo líquidos y Alonso, amablemente y pese a mi torpeza, me lubrica la cadena (gracias, compañero, por el apoyo durante todo el recorrido ¡estabas por todas partes, coño!). Arranco a buen ritmo y a buscar el “Túnel de la Risa”. Por allí me bloquea un poco el que llevaba delante y me pilla Francis por detrás.

Antes del Majadal Alto doy alcance a Alfonso Duque y Franito y en los repechos se me marchan unos metros Francis y Manuel Ángel. Pero poco después, cuando iba recortando con Franito a rueda para volver a enlazar con Francis, empiezo a notar que la rueda trasera “flanea” claramente. Primera parada para meter aire.

Hago unos metros y compruebo que no hay más remedio que meter cámara. Allí pierdo lo más grande ¡No se puede ser más torpe! Y lo malo es que con la dermatitis que tengo en las manos veo las estrellas  mientras manipulo la rueda. Infinidad de caras conocidas pasan, saludan y me preguntan si necesito algo (gracias).

Arranco, ya sin muchas ganas de nada y llego hasta Gibraleón tras pillar a alguno de los que me habían sobrepasado (Jotabiker, Marín…). En las calles de Gibraleón vuelvo a notar que la bici se me va de atrás. Paro y compruebo que no había apretado el obús de la válvula. A meter aire otra vez y a rezar para que aguantase. Vuelve a pasarme gente (de nuevo Jotabiker, de nuevo Marín) y otra vez a pedalear cuando llegan a mi altura Benito y Juan “Militar”.

Hago unos metros con ellos a rueda pero decido que ese no era mi ritmo. Si hay que reventar se revienta pero para unos miserables 45 km que quedan a meta no iba a hacerlos a trote cochinero y menos con esos tramos de pista tan golosos camino del cementerio de Aljaraque. Vuelta a pasar a Marín, vuelta a pasar a Jotabiker, vuelta a recibir los ánimos de Alonso (no te perdono lo de no tener una litrona preparada) y a por los pinos.



Disfruto mucho la travesía por “nuestro” pinar, con buenas sensaciones en las piernas. Parada para reponer líquidos en Las Cumbres, donde me alcanzan dos cartayeros. Con ellos hice a buen ritmo gran parte de “Villapinos”. Impagable la decoración del Bocina en su camino, que hice apretando a bloque.

Otra vez recibo los ánimos de Alonso (¿tienes un hermano gemelo?) al pasar bajo el túnel (¿”Afilacuernos”? ¿“Tronchacuernos”?) y mantengo un buen ritmo. Al llegar a La Laguna del Portil estoy a punto de perderme. Con el piloto automático tiré con la intención de bordearla junto a la alambrada. Menos mal que los cartayeros me avisaron.

Al llegar al avituallamiento del Cruce (¿alguien vio el mar?) compruebo que llevo a Alfonso Duque a no demasiada distancia. Eso me sirve de motivación para hacer a tope los últimos kilómetros, rebasando a Alfonso a poco más de uno de la llegada. Llegada feliz a la espectacular zona de meta, con la satisfacción de haber superado el reto y con muy buenas sensaciones en las piernas.

Sin embargo me quedo con el regusto amargo de no haber podido disputar hasta el final. Sé que son cosas de las carreras y que las cubiertas son de goma y se pinchan pero tenía muchas ganas de hacerlo lo mejor posible en esta prueba. Además, es probable que hubiese pillado a mi compañero Víctor, con lo que podía haber intentado echarle una mano en su disputa por la clasificación en M-50. Aunque la verdad es que se apañó muy bien él solito: 2º en esa categoría y un carrerón, a pesar de haber andado con problemillas respiratorios últimamente ¡Enhorabuena, campeón!



En fin, no me extiendo más, que bastante tocho está quedando ya esto. Felicidades a todos los vencedores y a los que habéis hecho grandes carreras, pero también a todo aquel que fue capaz de completar este bonito reto. Ánimos a los que por un motivo u otro tuvisteis que abandonar.


P.D.: ¿El año que viene para arriba?


miércoles, 24 de abril de 2013

¡LO QUE HAY QUE HACER POR AMOR!


Ya he contado por aquí el especial cariño que le profeso a la Subida al San Cristóbal, que se organiza todos los principios de primavera en el bonito pueblo de Almonaster la Real. De ahí que acumule a día de hoy doce participaciones de trece ediciones celebradas ¡Lástima de haberme enterado tarde el primer año que se organizó!

Este año le han dado una nueva vuelta de tuerca a la cosa. Lo que inicialmente era una subida (carretera o BTT) de unos 10 km desde La Escalada hasta el cerro de San Cristóbal pasó a una prueba de BTT de “veintipocos” km saliendo desde Calabazares, el año pasado a “veintimuchos”, acabando en el centro de Almonaster  y definitivamente este año se ha hecho grande: un señor maratón de BTT de sesenta “kilometrazos”, con subidas de las de verdad y rematado con la ascensión al San Cristóbal y posterior bajada por trialeras hasta el pueblo para concluir con el repecho que lleva hasta la espectacular ubicación de la meta, junto a la mezquita.



No iba yo precisamente sobrado de moral tras mi pobre rendimiento en lo que va de temporada, mi exceso de tonelaje y conociendo lo que nos esperaba por aquellas sierras (había hecho el recorrido en Semana Santa, aunque sin subir al Cerro).

La noche anterior cené como mandan los cánones: tapa de ensaladilla, tapa de “cocretas” y unas almejas al ajillo. Un tratado de nutrición deportiva, vamos. A eso achaqué las extrañas sensaciones estomacales que tenía a la mañana siguiente, que remitieron previa visita al Sr. Roca y posterior desayuno.

Desde la salida en Calabazares voy con malas piernas y esto se acrecienta cuando los caminos empiezan a apuntar hacia el cielo. La sensación es de no ir forzando pero… de no poder forzar. Mantenía un ritmo que no me castigaba las piernas pero me resultaba absolutamente imposible apretar. Así me arrastré por la subida de Cabeza Gorda, los tremendos rampones hacia La Lima,  la primera subida hacia Risco Malillo, la segunda, tras el fiestorro aquel que había en Los Serpos, el cuestón tras la carretera de Gil Márquez…



Marchaba realmente mal, a un ritmo mucho menor que el día que anduve reconociendo el recorrido hace unas semanas. Y eso que aquel día iba con una de aquellas bicicletas antiguas que tenían unas ruedecitas muy pequeñas. Veintiséis pulgadas, creo recordar que medían de diámetro, no sé si os acordaréis.

Paulatinamente me iban adelantando ciclistas que cada vez me minaban más la moral. La mayor parte del recorrido lo hice en la relativa compañía del amiguete Benito. Digo relativa porque a veces se me marchaba unos metros, otras me adelantaba yo tras parar él a repostar, pero siempre anduvimos cerca.



La subida a Venta Quemada (la que acababa antes de empezar la bajada hacia Las Veredas) fue el único momento en que me sentí medianamente bien. Encontré un golpe de pedal medio decente y fui dejando a gente por detrás. Bajada de la trialera hacia Las Veredas sin demasiados “torpeos”, parada a repostar en el pueblo y a afrontar la parte final.

La zona de pateos después de Las Veredas termina de darme la puntilla. Al llegar a Almonaster me planteo muy seriamente mandarlo todo al carajo e irme al coche. Tres fueron los argumentos que manejaba en la pelota y que me impidieron hacerlo:

-        En ocho años que llevo haciendo maratones de BTT jamás he abandonado ni optado por una ruta  corta. No era plan de echar un borrón en la hoja de servicios.
-          Me he planteado este año dedicarle todas las llegadas a cierta personita.
-          Estaba en el San Cristóbal, palabras mayores. Allí no se abandona por tonterías.

Reuní las pocas fuerzas que tenía y para arriba, a reptar por las tremendas rampas. En el primer repecho duro trato de bloquear la horquilla y se me rompe la palanquita, cayendo al suelo. Me quedo mentalmente con el sitio para intentar recuperarla más tarde. Si me llego a parar no sé si hubiese podido volver a arrancar.

A media subida me alcanza Benito, que se había quedado por detrás en la subida a Venta Quemada. Me sobrepasa sin esfuerzo aparente y me ofrece algo de comer (gracias, colega). Declino la invitación (me había alimentado aceptablemente en la ruta) y sigo negociando con mis piernas para dar cada una de las pedaladas. Era absolutamente deprimente mirar al cuentakm y ver un cero pelotero en pantalla (por debajo de 4 km/h el cacharro tiene esa fea costumbre).

Por fin corono la ascensión, con mucha pena y ninguna gloria, y me dejo caer con precaución por las trialeras hacia Almonaster. A pesar de la prudencia estoy a punto de “salir por orejas” en una ocasión, pero logro evitarlo. Con toda calma atravieso las calles del pueblo y afronto la subida a la mezquita con la relativa satisfacción de no haberme rendido y haber conseguido llevar la bicicleta hasta la meta. Pero ha costado, os lo aseguro. De no haber sido por el amor que siento hacia esta prueba, probablemente no hubiese encontrado la motivación necesaria para acabarla.

En cuanto a la prueba en sí, me pareció un maratón espectacular, duro como pocos y muy bien organizado, bien señalizado, con avituallamientos correctos y voluntarios volcados. Enhorabuena y gracias a organización y colaboradores.


EPÍLOGO.

Tras llegar a Galaroza, tarde de perros con molestias estomacales, frío metido en el cuerpo, sensación de fatiga… Imposible cenar nada y la noche, aún peor: gases, dolores y un continuo ir y venir al cuarto de baño. Que me iba “porlapatabajo”, vamos.



Al día siguiente estoy algo mejor, pero no totalmente fino. Sigo sin poder comer decentemente y profundizo el surco camino del trono. Lo achaco todo al rebujo de geles, barritas, isotónicos y agua unido al sobreesfuerzo y me autodiagnostico un acabamiento ciclista agudo.

El martes, charlando con un compañero del curro, me pregunta si me había encontrado mal del estómago el fin de semana. Sorprendido, le cuento mis penas y me comenta que ¡de ocho que estuvimos almorzando juntos el jueves pasado, siete hemos estado en similares circunstancias!

De esto hago dos lecturas, una positiva y otra negativa. Siendo optimista, es bueno para la pelota encontrar una explicación (excusa, pensarán algunos) al mal día pasado en Almonaster. Puede que aún sea sólo un ciclista paquete y no un ciclista paquete totalmente acabado. Pero lo malo viene al pensar cómo me habrá dejado esto de cara al palizón que nos espera el próximo sábado, con los casi 160 km de la Extrema. En fin, confiemos en que el cuerpo recupere.

P.D.: Tras acabar la prueba subí (en coche) a las primeras rampas del san Cristóbal y logré encontrar la palanquita aquella que se me había caído. Tengo que volver otro día, a ver si recupero también la autoestima ciclista, que se me debió de quedar perdida por allí.



Las fotos, salvo la de mi primo el paquidermo cagón, son gentileza (bueno, esto es un eufemismo, realmente se trata de un "mangazo") de Charo.


viernes, 12 de abril de 2013

NO ESTABA MUERTO, ESTABA DE PARRANDA


No, no es que me hayan cerrado este chiringuito tras mi última sugerencia en materia de viajes a nuestro amantísimo presidente, hace ya tres meses y medio, pero lo cierto es que no he encontrado el momento, la motivación o las ganas para dejar unos párrafos por aquí.

Y la cosa es que temas a los que dedicar unas líneas hemos tenido más que de sobra. Así, que se me vengan a la cabeza:

El amiguete Bárcenas, medio paisano mío, por lo visto. Un cabrón con pintas pero con su puntito simpático. No me digáis que no hay que tener arte para denunciar al PP por despido improcedente y por maltrato laboral. Como suele decir un conocido: “pa chulo yo y pa puta mi novia”. Y luego las explicaciones de “la Cospe”, inspiradas directamente por el espíritu de Antonio Ozores.

Lo de la Casa Real. Y el papelón de la fiscalía.

La sarta de bocazas que proliferan en los ámbitos políticos y “panfletoperiodísticos” lanzando mensajes del tipo "yo tengo casa porque he estudiado y me la pago" (un tal Marhuenda, director de “La Razón”) ¿Es para meterle o no es para meterle?

La dimisión del Sumo Pontífice (ya que no me dejan borrarme, supongo que puedo opinar sobre asuntos relacionados con la iglesia católica). No parece mala cosa que alguien que se da cuenta de que no puede seguir desempeñando su labor adecuadamente se quite de en medio y deje paso al siguiente, a ver si… Y del nuevo, qué queréis que os diga, a pesar de los claroscuros que le achacan a su pasado, un tipo que se niega a llevar los zapatos pijas colorados esos… me da cierto buen rollo. No pasan de ser gestos, pero sus opiniones y actitudes desde que fue elegido me parecen un soplo de aire fresco.



Un enano, gordo, cabezón y con los ojos chiqueninos, admirador de Mikey Mouse, está dando por saco en extremo oriente jugando a los soldaditos y amenazando con meterles un misil por el orto a los yanquis.



Hemos perdido a Pepe Sancho, Bigas Luna, Hugo Chávez, Jess Franco, Sara Montiel,   la Thatcher… y José Luis Sampedro. ¡Puff! Duele la vista al leer estos dos últimos nombres seguidos. Dos seres humanos, dos fallecimientos pero, qué queréis que os diga, me resulta imposible asumirlos de una manera ni lejanamente parecida. Con Sampedro se ha marchado una percepción del mundo, de la economía, de la sociedad, del hombre, tremendamente clarividente. Era demasiado joven para dejarnos.




Mi admirado Fabian Cancellara se ha metido en la buchaca Tour de Flandes y Roubaix. Eso sí, en esta última un belga, Vanmarke, se lo puso difícil hasta el final. Y lo hizo como Dios manda: nada de esconderse detrás y aguantar el tirón para sorprender con un demarraje. Tuvo los santos cojones de entrar a relevos con Espartaco y andar con él de tú a tú hasta meta. Y aún hay por ahí quien se lo critica, diciendo que tenía que haberse quedado a rueda y tal y cual… En fin, cada uno entiende el ciclismo como le apetece.

En el aspecto deportivo personal, hemos cambiado la denominación del club de ciclismo al que pertenezco. Al haberse llevado la crisis por delante a la tienda que nos daba nombre, hemos pasado a llamarnos ESLABÓN PERDIDO C.D. No me digáis que el logo no nos ha quedado mono.



Ya van dos maratones de BTT disputados esta temporada (Bollullos y Valverde) y un duatlón cross (Aljaraque). Sin pena ni gloria. Bollullos con barro, agua hasta el pecho y de menos a más, con una segunda mitad de carrera aceptable. Valverde con cuestas duras, recorrido corto y de casi nada a un poquito.

Pues eso, que temas sobre los que me ha apetecido escribir no han faltado, pero no he encontrado el “golpe de pedal” necesario para escalar ese pequeño puerto de montaña que supone redactar cada texto para el blog. Espero que el próximo no se haga tanto de rogar.