SIERRA NEVADA LÍMITE. MAYO DE 2008.


POR FIN CONOCÍ LA LÍMITE.

Tras dos años leyendo crónicas que ponían los pelos de punta, viendo fotos que provocaban envidia y oyendo comentarios de todo tipo, por fin este año me lié la manta a la cabeza y me integré en la expedición MKM a la conquista de la Límite.

Para contaros cómo me fue, lo que se me viene a la cabeza es que el sábado viví dos carreras diferentes: una hasta Güejar Sierra y otra desde allí hasta el final. Si hubiera escrito estas líneas en el km 82 estaría despotricando de la ruta, jurando en arameo y afirmando que mi dorsal el próximo año lo podía llevar Rita la Cantaora, que a mí no me volveríais a ver el pelo en este fregado.

1ª CARRERA :  Pradollano-Güejar Sierra.
Tras media hora de espera en el cajón, bien abrigadito, salgo relativamente bien, pero ya al atravesar la pista de esquí me pegué un primer susto cuando la bici se me fue de lado. A pesar de ello llego al tapón de entrada al sendero relativamente bien y no pierdo mucho tiempo “pidiendo la vez” en la cola. Tranquilo por el sendero y después aceptablemente en la bajada por carretera, recuperando en las rectas lo que perdía en las curvas.

Al salir a los caminos empezaría mi penar. Tanto en las bajadas rápidas como en las técnicas me adelantó un sin fin de corredores. La cosa venía a ser algo así como : 
-       Bicicleta (de otro).- ¡Iiiiiiiiiiiiiii! (chirrido de frenos de disco, que suenan todos igual, tengo el sonido metido en la cabeza)
-       El otro.- ¡Por la derecha/izquierda!
-       Yo.- ¡Vaaale!
-       Bicicleta (del otro).- ¡Fiuuuuuu! (pasón “quitapegatinas”)
-       Yo (para mis adentros).- ¡”Jatemaaates” mamonazo!

Así transcurría la cosa, alternando estas escenas con subidas durísimas en las que no podía recuperar lo perdido bajando por lo estrecho de los caminos, que obligaba a poner pie a tierra en cuanto había el más mínimo “torpeo” propio o ajeno. La única opción para recuperar algo era no parar en los avituallamientos, cosa que sólo hice en una ocasión antes de Güejar, para rellenar los bidones (fue tras coronar la subida dura que había después del sendero del precipicio).

Especialmente mal lo pasé en la subida imposible (por lo visto novedad este año) con “piedrolos”, en varias bajadas “endureras” que hice pie a tierra y en los últimos 20 km antes de llegar a Güejar, que se me hicieron eternos.

En toda esta parte llevaba tres obsesiones:  guardar algunas fuerzas para el final, comer bien y disfrutar del paisaje. Pero ¿cómo se hace eso?, ¿cómo se pueden reservar fuerzas en esos cuestones?, ¿dónde se podía comer sin correr el riesgo de que fuera la última vez que lo hicieras por dejarte los dientes contra el suelo?, ¿paisaje?, ¿qué paisaje? Si yo sólo tenía ojos para la rueda del de delante y para las piedras y agujeros.

En el km 80 estaba tan reventado y asqueado de la carrera como al terminar cualquier maratón del Circuito Provincial y todavía quedaba lo que quedaba.

2ª CARRERA :  Güejar Sierra-Pradollano.
En esas andaba cuando llegué al avituallamiento de Güejar, donde me trataron a cuerpo de rey (un diez para los voluntarios y para la organización en general). Reposto líquidos, me como un cacho de plátano y unos cuantos de orejones (me sentaron del carajo) y echo en el bolsillo unos cuantos más ante el ofrecimiento de una amable voluntaria (¿no es así, Hbo?).

Sin entretenerme demasiado arranco y cuándo empiezo a subir Hazallanas empiezo a encontrarme de puta madre. Pongo un ritmo machacón y empiezo a alcanzar a gente que iba ya muy tocada. A pesar de ser una zona no muy buena para mí (demasiado peso para esas pendientes) me encontraba a gusto en esos interminables 5 km de camino.

Después, en la parte de carretera que lleva hasta el Collado de las Sabinas disfruté como nunca sobre una bicicleta. Iba como poseído, nada más que pensaba en dar pedales, en apretar los dientes, en alcanzar al siguiente corredor que veía delante de mí. Los pequeños amagos de calambres no me hacían bajar el ritmo y sólo paré unos segundos en el último avituallamiento para coger un poco de agua y una barrita.

Tal era el estado de excitación que llevaba en esos momentos que me negué varias veces en redondo a aceptar los empujones que amablemente ofrecían algunos espectadores. No sé si sería porque la falta de oxígeno en esas alturas estaba haciendo que se me fuera la pelota o por el subidón que me iba dando el ver cómo remontaba con cierta facilidad pero os juro que cuando, al coronar el Collado de las Sabinas, me dijeron que ya era todo para abajo hubiera querido que la carretera siguiera ascendiendo, que nunca acabara la subida.

El descenso hasta meta lo hice apretando a tope (todavía pillé a uno más y tenía a dos a tiro) y llorando como una magdalena, en parte por la emoción del momento y en parte por cosas que no viene al caso comentar aquí.

Al final, en meta, 6:37:46, 144 de la general y 39 M-40 (en el diploma aparecían otros datos, pero qué más da), radiante de felicidad por la ascensión final y pensando ya en la edición del próximo año. Tras charlar con Javi Beatinho, Claudio y el Calandraka afronto la parte más dura de la carrera:  los dos km de subida desde la meta hasta el apartamento. No podía con el pellejo.
-       Lector.- ¿Pero no decía éste que hubiese querido que la subida no terminara nunca?
-       “Er Jota”.- ¡Ayyyy! ¡Se dicen tantas tonterías!
En el apartamento me encuentro, felices, a mis compañeros Artefacto, Hbo y Nando, que han realizado tres pedazos de carrerones y, poco después, cuando volvía a bajar en bici a buscar mi diploma, que se me había perdido, me encuentro subiendo a Quique, que también lo hizo de muerte para lo poco que ha cogido la bici.
Apartado de felicitaciones y agradecimientos.
Cristóbal: lo tuyo es impresionante. Con el estado en el que te encontrabas y el carrerón que te has marcado. Suerte para el viernes.

Humberto: de sombrero, amiguete, me alegro del tiempazo que has hecho (y eso que no ibas a competir). Gracias por los ánimos y consejos.
Nando: buena carrera. Lástima de esa “hora mala”.
Quique: lo dicho, fantástico para la poca bici que llevas este año. Espero que esto te sirva de aliciente.
Javi Beatinho: buena carrera además de haber estado echando una mano a tu primo.
David Beatinho: has demostrado que sabes sufrir, con tantos km acalambrado. El año que viene te desquitarás  (y tu primo también)
Nacho: duro de cojones. A este hay que darle un estacazo para que se baje de la bici. Me da en la nariz que has disfrutado de la última subida tanto como yo. Gracias también por los consejos. ¡Qué verdad es eso de que lo que hayas guardado hasta Güejar puedes gastarlo en la subida final!
Víctor y Francis: ¡ahí, con un par, mejorando! Pero la próxima vez dejaos de solidaridad y “arreasus” palos entre vosotros, ¡que había apuestas! Por cierto, Víctor, ¡me voy a cagar en “to” tus muelas! ¿De modo que en el recorrido no había zonas técnicas y que se pasaba todo sin problemas? ¡RAMOOONNN!
Calan y Claudio: ¡mamones! Creí que no os pillaba. Cada maillot del SEMAR que veía a lo lejos me parecía uno de vosotros.
Criskona: otro que me llevaba comida la moral hasta que lo vi en Hazallanas. También me tuvo persiguiendo fantasmas:  hay una equipación (Cabezo de la Jara) que se perece tela por detrás a la Acoarenática. El año que viene, más y mejor.
Fran: tu cara al llegar lo decía todo. Has tenido que sufrir de lo lindo (y además con esos “problemillas”)
Jabiker: acabándola, que ya es bastante.
Chambu y Capi: han cumplido su objetivo. La ruta hasta Güejar ya es un palizón.
Charly: merece mención aparte. Hay que ser muy cabezota para aguantar sobre la bici el tiempo que tuvo que aguantar sin mandarlo todo a tomar por culo. ¡Enhorabuena!
Charo y Almudena: gracias por las fotos.
Acoarenáticos, Monjes, Cañoñazos...:  se notó la presencia onubense.
Todos los que han acabado: enhorabuena, reto superado.
Organización: bajo mi punto de vista, perfecta.

Epílogo.
Ayer salí a estirar las piernas por el carril bici y aunque hacía algo de fresco, me enfundé el flamante maillot colorado de la Límite 2008, a pesar de que me queda “pelín apretaete” y de que lleva el logo de “San Miguel 00” (¡puajjj!). Para mí era como llevar el maillot amarillo del tour.

Eso sí, los coulottes eran MKM.

Disculpad el ladrillazo. Espero que nos veamos en la próxima SNL.

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