POR FIN CONOCÍ LA LÍMITE.
Tras dos años leyendo
crónicas que ponían los pelos de punta, viendo fotos que provocaban envidia y
oyendo comentarios de todo tipo, por fin este año me lié la manta a la cabeza y
me integré en la expedición MKM a la conquista de la Límite.
Para contaros cómo me
fue, lo que se me viene a la cabeza es que el sábado viví dos carreras
diferentes: una hasta Güejar Sierra y otra desde allí hasta el final. Si
hubiera escrito estas líneas en el km 82 estaría despotricando de la ruta,
jurando en arameo y afirmando que mi dorsal el próximo año lo podía llevar Rita
la Cantaora ,
que a mí no me volveríais a ver el pelo en este fregado.
1ª CARRERA :
Pradollano-Güejar Sierra.
Tras media hora de
espera en el cajón, bien abrigadito, salgo relativamente bien, pero ya al atravesar
la pista de esquí me pegué un primer susto cuando la bici se me fue de lado. A
pesar de ello llego al tapón de entrada al sendero relativamente bien y no
pierdo mucho tiempo “pidiendo la vez” en la cola. Tranquilo por el sendero y
después aceptablemente en la bajada por carretera, recuperando en las rectas lo
que perdía en las curvas.
Al salir a los caminos
empezaría mi penar. Tanto en las bajadas rápidas como en las técnicas me
adelantó un sin fin de corredores. La cosa venía a ser
algo así como :
-
Bicicleta (de otro).- ¡Iiiiiiiiiiiiiii! (chirrido de frenos de disco,
que suenan todos igual, tengo el sonido metido en la cabeza)
-
El otro.- ¡Por la derecha/izquierda!
-
Yo.- ¡Vaaale!
-
Bicicleta (del otro).- ¡Fiuuuuuu! (pasón “quitapegatinas”)
-
Yo (para mis adentros).- ¡”Jatemaaates” mamonazo!
Así transcurría la
cosa, alternando estas escenas con subidas durísimas en las que no podía
recuperar lo perdido bajando por lo estrecho de los caminos, que obligaba a
poner pie a tierra en cuanto había el más mínimo “torpeo” propio o ajeno. La
única opción para recuperar algo era no parar en los avituallamientos, cosa que
sólo hice en una ocasión antes de Güejar, para rellenar los bidones (fue tras
coronar la subida dura que había después del sendero del precipicio).
Especialmente mal lo
pasé en la subida imposible (por lo visto novedad este año) con “piedrolos”, en
varias bajadas “endureras” que hice pie a tierra y en los últimos 20 km antes de llegar a Güejar,
que se me hicieron eternos.
En toda esta parte
llevaba tres obsesiones: guardar algunas
fuerzas para el final, comer bien y disfrutar del paisaje. Pero ¿cómo se hace
eso?, ¿cómo se pueden reservar fuerzas en esos cuestones?, ¿dónde se podía
comer sin correr el riesgo de que fuera la última vez que lo hicieras por
dejarte los dientes contra el suelo?, ¿paisaje?, ¿qué paisaje? Si yo sólo tenía
ojos para la rueda del de delante y para las piedras y agujeros.
En el km 80 estaba tan
reventado y asqueado de la carrera como al terminar cualquier maratón del
Circuito Provincial y todavía quedaba lo que quedaba.
2ª CARRERA :
Güejar Sierra-Pradollano.
En esas andaba cuando
llegué al avituallamiento de Güejar, donde me trataron a cuerpo de rey (un diez
para los voluntarios y para la organización en general). Reposto líquidos, me
como un cacho de plátano y unos cuantos de orejones (me sentaron del carajo) y
echo en el bolsillo unos cuantos más ante el ofrecimiento de una amable
voluntaria (¿no es así, Hbo?).
Sin entretenerme
demasiado arranco y cuándo empiezo a subir Hazallanas empiezo a encontrarme de
puta madre. Pongo un ritmo machacón y empiezo a alcanzar a gente que iba ya muy
tocada. A pesar de ser una zona no muy buena para mí (demasiado peso para esas
pendientes) me encontraba a gusto en esos interminables 5 km de camino.
Después, en la parte
de carretera que lleva hasta el Collado de las Sabinas disfruté como nunca
sobre una bicicleta. Iba como poseído, nada más que pensaba en dar pedales, en
apretar los dientes, en alcanzar al siguiente corredor que veía delante de mí.
Los pequeños amagos de calambres no me hacían bajar el ritmo y sólo paré unos
segundos en el último avituallamiento para coger un poco de agua y una barrita.
Tal era el estado de excitación
que llevaba en esos momentos que me negué varias veces en redondo a aceptar los
empujones que amablemente ofrecían algunos espectadores. No sé si sería porque
la falta de oxígeno en esas alturas estaba haciendo que se me fuera la pelota o
por el subidón que me iba dando el ver cómo remontaba con cierta facilidad pero
os juro que cuando, al coronar el Collado de las Sabinas, me dijeron que ya era
todo para abajo hubiera querido que la carretera siguiera ascendiendo, que
nunca acabara la subida.
El descenso hasta meta
lo hice apretando a tope (todavía pillé a uno más y tenía a dos a tiro) y
llorando como una magdalena, en parte por la emoción del momento y en parte por
cosas que no viene al caso comentar aquí.
Al final, en meta,
6:37:46, 144 de la general y 39 M-40 (en el diploma aparecían otros datos, pero
qué más da), radiante de felicidad por la ascensión final y pensando ya en la
edición del próximo año. Tras charlar con Javi Beatinho, Claudio y el
Calandraka afronto la parte más dura de la carrera: los dos km de subida desde la meta hasta el
apartamento. No podía con el pellejo.
-
Lector.- ¿Pero no decía éste que hubiese querido que la subida no terminara nunca?
-
“Er Jota”.- ¡Ayyyy! ¡Se dicen tantas tonterías!
En el apartamento me
encuentro, felices, a mis compañeros Artefacto, Hbo y Nando, que han realizado
tres pedazos de carrerones y, poco después, cuando volvía a bajar en bici a
buscar mi diploma, que se me había perdido, me encuentro subiendo a Quique, que
también lo hizo de muerte para lo poco que ha cogido la bici.
Apartado de felicitaciones y agradecimientos.
Cristóbal: lo tuyo es
impresionante. Con el estado en el que te encontrabas y el carrerón que te has
marcado. Suerte para el viernes.
Humberto: de sombrero,
amiguete, me alegro del tiempazo que has hecho (y eso que no ibas a competir).
Gracias por los ánimos y consejos.
Nando: buena carrera.
Lástima de esa “hora mala”.
Quique: lo dicho,
fantástico para la poca bici que llevas este año. Espero que esto te sirva de
aliciente.
Javi Beatinho: buena
carrera además de haber estado echando una mano a tu primo.
David Beatinho: has
demostrado que sabes sufrir, con tantos km acalambrado. El año que viene te desquitarás (y tu primo también)
Nacho: duro de
cojones. A este hay que darle un estacazo para que se baje de la bici. Me da en
la nariz que has disfrutado de la última subida tanto como yo. Gracias también
por los consejos. ¡Qué verdad es eso de que lo que hayas guardado hasta Güejar
puedes gastarlo en la subida final!
Víctor y Francis:
¡ahí, con un par, mejorando! Pero la próxima vez dejaos de solidaridad y “arreasus”
palos entre vosotros, ¡que había apuestas! Por cierto, Víctor, ¡me voy a cagar
en “to” tus muelas! ¿De modo que en el recorrido no había zonas técnicas y que
se pasaba todo sin problemas? ¡RAMOOONNN!
Calan y Claudio:
¡mamones! Creí que no os pillaba. Cada maillot del SEMAR que veía a lo lejos me
parecía uno de vosotros.
Criskona: otro que me
llevaba comida la moral hasta que lo vi en Hazallanas. También me tuvo
persiguiendo fantasmas: hay una
equipación (Cabezo de la Jara )
que se perece tela por detrás a la
Acoarenática. El año que viene, más y
mejor.
Fran: tu cara al
llegar lo decía todo. Has tenido que sufrir de lo lindo (y además con esos
“problemillas”)
Jabiker: acabándola,
que ya es bastante.
Chambu y Capi: han
cumplido su objetivo. La ruta hasta Güejar ya es un palizón.
Charly: merece mención
aparte. Hay que ser muy cabezota para aguantar sobre la bici el tiempo que tuvo
que aguantar sin mandarlo todo a tomar por culo. ¡Enhorabuena!
Charo y Almudena:
gracias por las fotos.
Acoarenáticos, Monjes,
Cañoñazos...: se notó la presencia
onubense.
Todos los que han
acabado: enhorabuena, reto superado.
Organización: bajo mi
punto de vista, perfecta.
Epílogo.
Ayer salí a estirar
las piernas por el carril bici y aunque hacía algo de fresco, me enfundé el flamante
maillot colorado de la Límite 2008, a pesar de que me
queda “pelín apretaete” y de que lleva el logo de “San Miguel 00” (¡puajjj!). Para mí era
como llevar el maillot amarillo del tour.
Eso sí, los coulottes eran MKM.
Disculpad el
ladrillazo. Espero que nos veamos en la próxima SNL.
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