miércoles, 25 de abril de 2012

SANTO DE MI DEVOCIÓN.


Corría el año 2.001 cuando tuve conocimiento de que en Almonaster la Real, precioso pueblo serrano, se había celebrado una prueba ciclista consistente en ascender al alto de San Cristóbal desde la aldea de La Escalada, unos 10 km en total. Yo conocía la subida de haberla hecho en coche pero ni me planteaba por aquel entonces afrontarla en bici: aquello era sencillamente demasiado para una bola de sebo que superaba holgadamente las tres cifras en báscula y que, aunque llevaba muchos años montando en flaca, la tenía bastante dejada de lado en los últimos tiempos. Esa primera edición me la había perdido pero se me quedó ahí dentro un gusanillo…




Supongo que sería en verano de ese mismo año cuando, en una de mis rutas serranas partiendo desde Galaroza, pasé por el cruce que conduce al alto y sentí la llamada de la cumbre. Me lié la manta a la cabeza y ahí tenéis al Jota: “cientoypico kilazos” sobre una Orbea Kronos de “jierro fundío” con pedales de rastrales y pertrechada con cambios (8 velocidades, de fricción y con manetas en el cuadro, por supuesto) cuyo desarrollo más suave era el 39x21, gentileza de un conocido tendero onubense hacia un globero ignorante de la vida.

Os podéis imaginar la de chepazos que di. Las partes más duras iba haciendo un lamentable zig-zag, con lo que supongo que haría el doble de distancia y (esto lo tengo borroso en el recuerdo) creo que algún pie a tierra cayó. Además fue un día de calor de los de verdad ¡Con deciros que tiré el casco en la cuneta al subir para recogerlo más tarde en el descenso!  Pero hice cumbre, con un par, y a partir de ahí mantuve un especial idilio con esta ascensión, la más emblemática de la provincia de Huelva.

Con esta experiencia previa (no recuerdo si subiría alguna vez más ese año) me armé de valor y me inscribí para la segunda edición de la prueba. Por aquel entonces y hasta 2.009, la subida se disputaba en las dos modalidades: carretera y BTT. Yo, carretero convencido y militante, opté por la flaca y a ella me mantuve fiel hasta 2.009, última edición que se celebró en esa especialidad.

De mi especial relación con el San Cristóbal (ascensión y prueba) os podéis hacer una idea pinchando en este enlace.


Se trata de la página web de referencia en altimetrías en el territorio nacional. Si picáis en “San Cristóbal” y veis la autoría de la altimetría, fotos y descripción sale el nombre de alguien que conozco bien.

Durante esos años fui mejorando mi estado de forma, llegando hasta a “pillar chasca” en varias ediciones en la categoría de M-40 carretera. Esto tampoco era demasiado difícil teniendo en cuenta que la participación no era muy masiva y que la separación de categorías daba bastantes opciones.

En 2.010 la carretera ya presentaba un estado lamentable que hacía imposible el tránsito en flaca. La organización decidió alargar la prueba hasta algo más de 20 km, llevando la salida a Calabazares y añadiendo un buen trecho de caminos, con lo que se convertía en una prueba de BTT. No les quedó mal la cosa y la prueba mantuvo su encanto con el añadido de pasar por alguna que otra zona bastante atractiva.

A lo largo de todos estos años he ido coincidiendo con ciclistas que se han convertido en clásicos de esta subida. Se me vienen a la cabeza nombres “ilustres” como los del “Americano”, Dani “Campillo”, Lucas, “Garnacho”, Lorenzo, los Macías… Pero también tengo recuerdos de gente con la que he coincidido año tras año, algunos anónimos para mí y otros ya familiares como esa panda de gamberros imprescindibles que son los “Radicales y Libres” de Aracena. Sí, esos que en la salida entonaban cuerpo y espíritu en una taberna a base de isotónico marca La Hormiga.




Digna de mención era la post-ruta, con su potaje de garbanzos con gurumelos y sus carnes a la brasa regados con rubio líquido a discreción. Y todo ello, durante mucho tiempo, por el módico precio de 0 €.

En definitiva, un día marcado en mi calendario como cita ineludible y que se ha venido celebrando gracias al empeño de unas cuantas personas del Ayuntamiento de la localidad y al apoyo de animosos voluntarios.

Y este año llega la modernidad al San Cristóbal. La prueba se ha “legalizado”, integrándose como puntuable para el Circuito Provincial en la modalidad de “rallies”, con lo que ello implica en lo relativo a organización, precio de inscripciones (me da en la nariz que al no federado la cosa le ha parecido “reguleras”), arbitraje, incremento del número de participantes… En fin, ni mejor ni peor, diferente.

Una de las novedades positivas que acarrea la integración en el provincial es la celebración de mangas de categorías de promoción. Pudimos ver a los enanos compitiendo por el entorno de Calabazares antes de la salida de la prueba principal.

También se han introducido cambios en el trazado. Algunos me han gustado mucho, como la zona durísima tras pasar la carretera de Gil Márquez y, sobre todo, el hecho de atravesar las calles céntricas del pueblo antes de la última subida. Había un gran ambiente de público y resultaba agradable pasar por allí entre los ánimos de la gente. Otros cambios… pues no los veo: eso de acabar bajando al pueblo tras coronar la ascensión no me acaba de convencer. Vale que la bajada es bonita (también es peligrosa) y que la meta en el centro del pueblo tiene su puntito pero… pienso que una subida como ésta merece terminar arriba, sin más.

En cuanto a lo mío, pues nada del otro mundo. Salida sin forzar mucho, en las primeras rampas ya veo cuáles van a ser mis referencias (Toni Infante, “Franito”, “Pirri”, Antonio Almirón, Juan “Fisio”…) y voy cogiendo ritmo. Por allí me pilla “Jabiker” como un cohete, pero pronto se desinfla y vuelve al redil. Adelanto al “Pirri” en la carretera de La Escalada y voy a pocos metros de “Franito” y Toni. La nueva zona dura, regulando. Por allí me da alcance Antonio Almirón pero unos metros más adelante lo vuelvo a meter en el saco.

Al pasar por el cementerio llego casi a la altura de Toni y “Franito”, pero se me marchan en las rapidísimas bajadas por las calles del pueblo. Subidón de moral con los ánimos del público y a por lo duro de verdad. En las primeras rampas recibo el aliento de mi media naranja, sobrina, hermano y cuñada: ¡si hasta había un “JOTA” escrito con ramas en el suelo!




Subo lo duro lo mejor que puedo, manteniendo a raya al “Pirri” y viendo cerca a Candi, Toni y compañía. Me supera Mario Domínguez (Enbizi) pero le mantengo rueda sin reventar. Conociendo la subida, antes de la última curva a derechas aprieto a tope y así hago las últimas rampas, con lo que me acerco bastante los que me anteceden y abro algo de distancia por detrás.

Así, afronto la bajada cerca de Toni y “Franito” pero ya sabía que en ese terreno se me marcharían irremediablemente. Yo no bajé mal del todo, sólo “torpeé” en un par de pasos, pero mi ritmo era de prudencia extrema. Como referencia os diré que Bea, a la que dejé pasar a media bajada, me metió casi dos minutos en meta.

En uno de los “torpeos”, al poner pie a tierra, sufro un calambre que me impide bajarme de la bici. Me quedé allí clavado sin poder ir ni para adelante ni para atrás. Menos mal que se me pasó pronto y pude arrancar, aunque ello propició que “Pirri” me diese alcance. Entrada en el pueblo con él a rueda y llegada a meta esprintando, dando espectáculo hasta el final. Conseguí entrar por delante, lo que me metió en el “top ten” de M-40 (84º de la general, con 1:37:56).

En cuanto a amiguetes y compañeros, formidable el “Taja”, que por fin vence esta temporada al “Mixto” gracias a una gran ascensión (la bajada la hizo de aquella manera), 3º de Cristóbal muy meritorio y mis compañeros de naranja… pues eso, necesitan mejorar. Lástima la caída de Mario que, al menos, supo sobreponerse y terminar la carrera.




El vencedor fue Javi Andrade, que supera su 2º puesto del año pasado. Este chaval sube tela, como su padre, Manuel, vencedor en M-40. Lucas se impuso en M-30 y Bea en féminas. Felicidades a todos.

No se me puede olvidar mi sobrina, Marta, cuarta en su categoría y que fue la única de los naranjas que subió al pódium al ser la primera niña.

En fin, tras este importante ladrillo sólo me queda felicitar y agradecer sus esfuerzos a los organizadores y aseguraros que este que escribe, el año que viene, “Dios menguante”, volverá a peregrinar hasta los dominios del Santo Patrón de los conductores (los ciclistas, en cierta medida, somos conductores ¿no?).


P.D.: pues qué queréis que os diga, yo eché de menos a los gamberros de Aracena. 




1 comentario:

  1. Joder, ayer caí en la cuenta de que se me había olvidado citar a otro "mítico" del San Cristóbal: "Jose Carni" (aunque este año no se le ha visto por allí). Un saludo para él.

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